Dossier

Entre reformas y resistencias: la cuestión de la tierra en América Latina contemporánea

Agustín Juncal
Facultad de Agronomía, Universidad de La República, Uruguay
Pablo Volkind
Universidad de Buenos Aires - Facultad de Ciencias Económicas/Facultad de Filosofía y Letras - Programa de Investigaciones sobre Historia Agraria, Argentina
Gabriel Carini
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas / Universidad Nacional de Río Cuarto , Argentina

Estudios Rurales. Publicación del Centro de Estudios de la Argentina Rural

Universidad Nacional de Quilmes, Argentina

ISSN: 2250-4001

Periodicidad: Semestral

vol. 15, núm. 31, 2025

estudiosrurales@unq.edu.ar

Recepción: 22 mayo 2025

Aprobación: 23 mayo 2025



https://creativecommons.org/licenses/by/2.5/ar/

La estructura agraria de América Latina se constituyó históricamente sobre una matriz de alta concentración de la tierra, marcada por transformaciones en los derechos de propiedad y conflictos sociales persistentes. Estos procesos de larga duración definieron una de las principales dimensiones estructurales del mundo rural, en la que se entrelazan disputas políticas, desigualdades económicas y tensiones territoriales.

En este entramado, la centralidad de las actividades agropecuarias orientadas a la exportación representa una manifestación contemporánea de esas configuraciones históricas. Este sector no solo conserva un papel protagónico en la economía regional por su peso en las exportaciones y su aporte en divisas, sino que también ha sido motor de profundas transformaciones en el uso de la tierra, el ordenamiento territorial y las formas de producción. La expansión del sector agroexportador y los impactos sociales derivados de los cambios tecnológicos están profundamente imbricados con los regímenes de tenencia que se consolidaron a lo largo del siglo XX.

Desde la década de 1910, y con mayor intensidad a partir de los años cincuenta, los procesos revolucionarios reactivaron el debate sobre la necesidad de una reforma agraria como vía para mejorar las condiciones de vida y trabajo de las mayorías rurales. Frente a esta ofensiva, que comenzó a extenderse por diversos países de la región, varios gobiernos impulsaron reformas “preventivas”, enmarcadas en los límites del régimen capitalista. Así se delineó una polarización entre quienes promovían la expropiación de grandes propiedades y su redistribución, y quienes apostaban por soluciones orientadas a la modernización tecnológica y al acceso al crédito.

En la mayoría de los casos, estas reformas procuraron regularizar la tenencia, tecnificar los procesos y articular los territorios al mercado global, sin alterar significativamente la distribución de la tierra. Mientras algunos países como Cuba, Bolivia, Guatemala, Chile o El Salvador avanzaron en transformaciones más profundas, en la mayor parte del continente se impuso el paradigma de la “revolución verde”. A partir de las décadas de 1960 y 1970, las políticas agrarias no solo fracasaron en democratizar el acceso a la tierra, sino que además propiciaron el desplazamiento de productores, la desarticulación de las economías campesinas y la consolidación del latifundio.

Como contrapartida, estos procesos alentaron formas diversas de resistencia y organización política. Fracciones de productores y empresarios, reunidos en organizaciones heterogéneas, desplegaron estrategias de confrontación y negociación para disputar el sentido de las políticas agrarias, construir legitimidad social y contrarrestar medidas que afectaban sus intereses. De ese modo, se configuró una agenda política en torno a la reforma agraria, atravesada por disputas internas y presiones geopolíticas que orientaron sus contenidos y alcances. En ese marco, se desplegaron tanto propuestas radicales de redistribución como mecanismos más indirectos – como la política impositiva – para frenar la concentración improductiva de tierras.

El resultado fue una cartografía heterogénea de experiencias, que en su mayoría no logró revertir el patrón estructural de concentración. Esa agenda inconclusa sigue vigente bajo la forma de un caleidoscopio de demandas, proyectos y alternativas que interpelan la distribución de un recurso clave para el desarrollo regional. Al mismo tiempo, los problemas rurales actuales requieren incorporar nuevas dimensiones, como la concentración productiva, la crisis ambiental o la dependencia tecnológica.

En este contexto, el presente dossier reúne una serie de artículos que exploran distintas modulaciones de estas problemáticas, desde mediados del siglo XX hasta el presente, a partir del análisis de casos nacionales en América Latina. Los trabajos aquí incluidos abordan las políticas de reforma y contrarreforma agraria desde perspectivas históricas, estructurales e institucionales, examinan la persistente concentración de la tierra en vínculo con los modelos productivos dominantes – ya sea desde una mirada estructural, empresarial o político-institucional – y reconstruyen las disputas contemporáneas por el sentido y la función social de la tierra, sus formas de regulación, apropiación y representación. Estas dimensiones atraviesan el conjunto del dossier y permiten identificar, en la diversidad de los casos estudiados, una preocupación compartida por comprender las continuidades y mutaciones de la cuestión agraria latinoamericana.

Sobre esa base, Matías Oberlin reconstruye el proceso mediante el cual el debate sobre la reforma agraria logró reemerger en El Salvador, luego de décadas de represión iniciadas tras la matanza indígena-campesina de 1932. A través de un enfoque genealógico y de historia política, analiza las condiciones internas y externas –como la influencia de la Revolución Cubana y la Alianza para el Progreso– que erosionaron el consenso represivo e impulsaron una agenda agraria en los márgenes del sistema político. Se destacan actores no convencionales –militares, técnicos, universitarios– que introdujeron el tema hasta desembocar en el Congreso Nacional de Reforma Agraria de 1970.

También en contextos de violencia política durante la Guerra Fría, Agustín Juncal y Joaquín Cardeillac examinan las políticas de tierras en Uruguay durante la dictadura cívico-militar, focalizándose en el rol del Instituto Nacional de Colonización (INC). Sustentado en fuentes institucionales y en un abordaje mixto cualitativo y cuantitativo, el trabajo muestra cómo se mantuvo la formalidad institucional mientras se modificaba sustancialmente su orientación redistributiva. Los autores destacan la participación de técnicos civiles y militares en un proceso de privatización encubierta y redefinición de los beneficiarios de la política pública.

En temporalidades más recientes, Débora Lerrer analiza cómo los gobiernos del Partido de los Trabajadores en Brasil desplazaron la noción de reforma agraria del discurso y de la acción estatal, sustituyéndola por la categoría de “agricultura familiar”. Basada en trabajo de campo y fuentes primarias, la autora muestra cómo ese giro discursivo implicó la desarticulación de una agenda histórica de lucha campesina, la fragmentación de los movimientos sociales y el fortalecimiento del bloque agroexportador. El artículo argumenta que este silenciamiento formó parte de un pacto político que debilitó al bloque progresista.

En esa misma línea, Soledad Figueredo estudia el caso de una gran empresa agrícola uruguaya como ejemplo paradigmático del modelo flexible de acumulación. A partir de un enfoque sociológico-empresarial, el artículo describe cómo estas organizaciones se expanden mediante el control más que la propiedad de recursos como tierra y maquinaria. Se identifican distintas fases de acumulación (expansión, retracción, ralentización) y se problematiza la noción de “empresa en red”, al evidenciar las desigualdades estructurales que subyacen a estas formas organizativas.

Finalmente, Francisco Jiménez cierra el dossier con un trabajo que propone un enfoque cuantitativo y comparativo de la estructura agraria del departamento de Cochabamba (Bolivia), a partir del análisis de los censos agropecuarios de 1950, 1984 y 2013. El estudio revela la persistencia de patrones estructurales de desigualdad y la coexistencia de procesos de latifundización y minifundización, a pesar de las reformas agrarias implementadas desde 1953. Se destaca el valor de las fuentes estadísticas para analizar los límites de las políticas redistributivas en contextos de alta heterogeneidad social y productiva.

En síntesis, los trabajos reunidos en este dossier permiten reconstruir una cartografía compleja de las disputas por la tierra en América Latina, donde conviven agendas inconclusas de reforma, formas renovadas de concentración y estrategias múltiples de resistencia, adaptación o silenciamiento. A través de estudios de caso situados y enfoques diversos (históricos, estructurales, institucionales y organizacionales), el dossier ofrece herramientas para repensar el problema agrario desde una perspectiva crítica, atenta a las continuidades y rupturas que modelan el campo latinoamericano en el largo plazo.

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