Dossier

El Campesino. Una lectura al periódico de las Ligas Agrarias Chaqueñas

Leonardo Hernán Fernández
Universidad Nacional de General Sarmiento, Argentina

Estudios Rurales. Publicación del Centro de Estudios de la Argentina Rural

Universidad Nacional de Quilmes, Argentina

ISSN: 2250-4001

Periodicidad: Semestral

vol. 14, núm. 29, 2024

estudiosrurales@unq.edu.ar

Recepción: 16 Septiembre 2023

Aprobación: 02 Marzo 2024



DOI: https://doi.org/10.48160/22504001er29.518

Resumen: El objetivo del artículo es analizar el periódico El Campesino, la publicación oficial de Las Ligas Agrarias Chaqueñas (LACH). Este medio se publicó desde noviembre de 1972 hasta mayo de 1974. En este breve pero intenso período de la vida política de Argentina, fue una voz que logró hacer escuchar en el debate público, las demandas de las y los colonos algodoneros organizados. En la publicación se halla el vínculo de las LACH con el gobierno, cómo lograron ampliar la movilización agraria y de qué manera participaron las mujeres en la organización. En este artículo, se observará que El Campesino tuvo como propósito debatir sobre diferentes tópicos para informar e inconformar a las y los colonos con el fin de lograr su movilización en pos de soluciones para el sector.

Palabras clave: Ligas Agrarias, Periódico, Movimientos Sociales.

Abstract: The objective of the article is to analyze the newspaper El Campesino, the official publication of the Chaco Agrarian Leagues (LACH). This medium was published from November 1972 to May 1974. In this brief but intense period of the political life of Argentina, it was a voice that managed to make the demands of the organized cotton settlers heard in the public debate. The publication contains the link between the LACH and the government, how they managed to expand the agrarian mobilization and how women participated in the organization. In this article, it will be observed that El Campesino's purpose was to debate different topics to inform and discontent the settlers in order to achieve their mobilization in pursuit of solutions for the sector.

Keywords: Agrarian Leagues, Journal, Social Movements.

Resumo: O objetivo do artigo é analisar o jornal El Campesino, publicação oficial das Ligas Agrárias do Chaco (LACH). Este meio foi publicado de novembro de 1972 a maio de 1974. Neste breve mas intenso período da vida política argentina, foi uma voz que conseguiu fazer ouvir no debate público as demandas dos colonos algodoeiros organizados. A publicação contém a ligação entre a LACH e o governo, como conseguiram ampliar a mobilização agrária e como as mulheres participaram da organização. Neste artigo observaremos que o objetivo de El Campesino era debater diferentes temas para informar e descontentar os assentados, a fim de conseguir a sua mobilização em busca de soluções para o setor.

Palavras-chave: Ligas Agrárias, Jornal, Movimentos Sociais.

Introducción

El periódico El Campesino fue el órgano de comunicación oficial de Las Ligas Agrarias Chaqueñas (LACH). Se publicó entre noviembre de 1972 y mayo de 1974, un período breve pero por demás vertiginoso y convulsionado. En sus páginas vamos a encontrar las principales demandas del colectivo, como por ejemplo los precios mínimos para la venta de la producción, los créditos con baja tasa de interés y la suspensión de deudas, remates y embargos. Además de estos reclamos sectoriales hallamos sus posicionamientos ante las políticas agrarias de la dictadura militar llamada Revolución Argentina (1966-1973) y del gobierno democrático peronista (1973-1976).

Estas demandas y reclamos se llevaron adelante en un doble contexto. Por un lado, el de las economías regionales extrapampeanas en crisis debido a la reconversión productiva, a la quita de precios mínimos y a la falta de colocación de la producción por parte del Estado Nacional. Por otro lado, en este período y en una escala global, diferentes sectores y colectivos iniciaron en países de América Latina, África y Asia distintas protestas que cuestionaban las desigualdades que se experimentaban en el agro y exigían cambios profundos.

Recordemos que las LACH fueron el colectivo de colonos algodoneros con mayor capacidad de movilización en los tempranos setenta en Argentina (Galafassi, 2004; Ferrara, 2007; Roze, 2007, 2011). Distintas investigaciones analizaron a las LACH, al conjunto de las Ligas Agrarias (LA), y a diferentes ligas provinciales desde perspectivas novedosas y creativas renovando el interés por estos actores de la historia reciente argentina (Moyano Walker, 2011; Calvo, 2015; Daldovo, 2018). En diferentes estudios se analizó al Movimiento Rural de Acción Católica (MR) como el primer espacio de militancia de muchos y muchas jóvenes agrarias del nordeste argentino (Moyano Walker, 1991; Contardo, 2017; Vázquez, 2020).

A pesar de este conocimiento acumulado, aún subsisten áreas de vacancia, como el análisis de los medios de comunicación creados por estas organizaciones. Ferrara (2007) fue una de los primeros en dedicar parte de su investigación al estudio de los medios de comunicación de las LA y también recopiló documentos sobre este tema. Los autores Quiñonez, Román y Almirón (2022) continuaron en esta línea y recientemente examinaron el periódico El Campesino indagando sobre su contexto de producción y sus objetivos. Este trabajo inicial reconstruye el armado de la publicación y nos permite poder avanzar en un análisis del contenido del periódico.

En este sentido, el objetivo de nuestro trabajo es analizar el periódico El Campesino para comprender la postura política del colectivo y su funcionamiento interno, a la vez que examinamos sus principales demandas. Este análisis lo realizaremos a través de tres tópicos o ejes temáticos centrales: las LACH y su relación con el gobierno, la ampliación y profundización de la movilización agraria, y la participación de las mujeres en la organización. Trabajaremos como fuente principal con el periódico El Campesino, y recurriremos a fuentes complementarias para enfrentar los vacíos que presenta nuestro corpus principal. Las fuentes complementarias son el periódico de la Unión de Cooperativas Agrícolas Algodonera Limitada (UCAL), el diario chaqueño Norte y una entrevista a un informante clave realizada en el año 2016.

Es importante señalar que la indagación que estamos llevando adelante se realiza con un corpus fragmentario e incompleto. No contamos con todos los números del periódico y de ciertos números en particular sólo tenemos páginas dispersas. Sobre esta situación limitante, Lobato (2009) afirma que analizar la prensa gremial conlleva dificultades, ya que es una tarea ardua conseguir los periódicos y, en más de una oportunidad, “sólo se conoce su existencia porque aparecen mencionados en aquellas publicaciones que lograron sobrevivir a las persecuciones, a la destrucción […] producto tanto de la represión como a la ausencia de adecuadas políticas de memoria” (p. 17). Partiendo de esta base, creemos que es posible realizar un primer examen, que nos acerque a los tópicos del periódico, ya que contamos con el 70% de los números publicados.

De esta forma, nuestro artículo se organiza en cuatro apartados. En un primer momento reconstruiremos el contexto histórico y presentaremos al periódico, luego realizaremos un análisis temático del contenido en base a tres ejes: las LACH y los gobiernos, ampliar y profundizar la movilización agraria, la participación de las mujeres en la organización.

Contexto histórico y presentación del periódico

Las LA fueron organizaciones de pequeños y medianos productores agrarios que se crearon en los primeros años de 1970. Se conformaron en varias provincias como Chaco, Corrientes, Santa Fe, Misiones, Formosa y Entre Ríos. La producción de estos actores estaba orientada al mercado interno y convivían con amplias franjas de economía de subsistencia (Ferro, 2005). La fluctuación de los precios y la sobreproducción, que caracterizó a la economía en la década 1960, hizo peligrar la posibilidad de mantener las chacras de una franja importante de estos productores. Ellos y ellas se organizaron en lo que nosotros llamamos las LA, si bien en cada provincia tuvo nombres y características particulares, para exigir políticas agrarias para el sector. A la vez que expresaban su rechazo a las intervenciones en el mercado que enriquecían a los comerciantes y a los acopiadores.

En agosto de 1970, en Chaco comenzó la movilización agraria cuando la Federación Agraria Argentina (FAA) convocó a una serie de concentraciones agrarias tanto en la zona algodonera del Chaco como en la de Santa Fe. FAA intentó aprovechar la oportunidad política que brindó el recambio de funcionarios nacionales y publicó en la prensa un memorial destinado al presidente general Roberto Levingston. Las reivindicaciones presentadas a las nuevas autoridades exigían

cupos de exportación de fibra, mecánica financiera para la exportación, prioridad de exportación al movimiento cooperativo y desmotadoras oficiales, precios mínimos de la fibra en el mercado interno, crédito a las cooperativas, prórroga al pago de los créditos atrasados de los productores, créditos para el inicio de la próxima campaña algodonera y aplazamiento de las obligaciones impositivas (Roze, 2007, p. 90).

La urgencia de la demanda se justificaba debido a la sostenida crisis de la producción algodonera que las y los chacareros estaban experimentando. De las movilizaciones y concentraciones agrarias también participaron la Sociedad Rural Argentina (SRA), Confederaciones Rurales Argentina (CRA), y La Confederación Intercooperativa Agropecuaria Limitada (CONINAGRO) que, junto con FAA, crearon la Comisión de Enlace para presionar en conjunto y plantear reclamos al gobierno. Las concentraciones agrarias habilitaron el encuentro entre las y los colonos de UCAL y los del MR que terminaron conformando las LACH. Esta organización apostó a la acción directa y se distanció de los grandes productores que pasaron a tener posturas más moderadas luego de que en 1971, Antonio Di Rocco, presidente de FAA, fuera nombrado ministro de agricultura y ganadería de la nación (Lázzaro, 2020).

Si bien desde su primer año de conformación, en 1970, las LACH habían demostrado una inusitada capacidad de movilización, recién surgieron en la escena pública nacional cuando, en el marco del Gran Acuerdo Nacional que buscaba acordar con los partidos políticos las próximas elecciones, recibieron en Chaco al presidente de facto Alejandro Lanusse. En el acto el presidente fue silbado y abucheado por los colonos quienes criticaron abiertamente muchas de las políticas de su gobierno. Luego de este evento político, la crisis del algodón, que estaba pasando inadvertida a nivel nacional, tomó mayor relevancia (Healey, 2003). Así, las LACH se ganaron la posibilidad de representar al conjunto de colonos algodoneros en diferentes instancias y negociaciones corporativas.

En el plano regional podemos señalar que sin resultados y ante la cercanía de una nueva etapa democrática la Comisión de enlace se disolvió. En septiembre de 1973 se firmó el “Acta de Compromiso del Estado y los productores para una política concertada de expansión agropecuaria y Forestal” entre integrantes del equipo económico del gobierno peronista y sectores relacionados con la producción agrícola, entre ellos la coordinadora de las LA. El Acta sostenía que el Estado aseguraría la asistencia financiera y tecnológica, vivienda y acceso a la propiedad de la tierra a cambio del compromiso de los productores de aumentar sus producciones (Lázzaro, 2020). Un año después se volvió a impulsar el acuerdo, no obstante no hubo avance en las medidas debido a que en agosto de 1974 renunció el ministro de agricultura y todo su equipo que eran los encargados de entablar el diálogo entre el gobierno y los productores agrarios.

De la etapa heroica 1971-1972 las LACH pasaron a una etapa de madurez 1973-1974. Según Roze (2007), en esta segunda etapa, la actividad liguista disminuye hasta convertirse en una guardia de los problemas del agro. Sobre todo las actividades consistieron en adherir y firmar comunicados en reclamo de medidas paliativas para el sector, y movilizar a los colonos en ocasiones muy particulares. En abril de 1975 se encarceló a sus principales líderes y se estigmatizó la organización en los principales periódicos chaqueños. A partir de ese momento, las pocas convocatorias y concentraciones pierden adhesión. Finalmente, el golpe de estado de 1976 desata una persecución abierta contra las y los colonos organizados y la zona rural de Chaco es militarizada.

El periódico El Campesino transitó las dos etapas de las LACH señaladas por el historiador Roze. El primer número del periódico se publicó en noviembre de 1972 y se imprimieron 10.000 ejemplares. Su impresión se realizó en una imprenta artesanal que se ubicaba en el centro de Sáenz Peña, Chaco, y la periodicidad fue la que figura en la siguiente tabla:

Tabla 1
Periodicidad de publicación del periódico El Campesino
Número Mes y año Número Mes y año
N°1 Septiembre 1972 N°9 Junio 1973
N°2 Octubre 1972 N°12 Septiembre y Octubre 1973
N°3 Noviembre 1972 N°13 Noviembre 1973
N°4 Diciembre 1972 N°14 Diciembre 1973
N°5 Febrero 1973 N°15 Enero 1974
N°6 Marzo 1973 N°16 Marzo 1974
N°8 Mayo 1973 N°17 Mayo 1974
N°10 y N° 11 Agosto 1973
Nota En la tabla solo figuran los números con los que contamos para este análisis.

La distribución se realizó de manera personal y los socios de las ligas lo abonaban con su cuota mensual (Quiñonez, Román y Almirón, 2022). El periódico estaba conformado por 8 páginas y tenían en él una gran importancia las fotografías que acompañaban a las noticias. En cada página podían figurar hasta dos fotografías de pequeño y mediano tamaño. Por otro lado, es relevante señalar que en los primeros 5 números la tapa del periódico la ocupaba la apuesta al humor gráfico. Tertius, el dibujante, ridiculizó al gobierno, a los monopolios y a las fuerzas armadas. El presidente Lanusse apareció en tres oportunidades, criticado por diferentes medidas agrarias que afectaban a la producción algodonera.

Dibujos de los números N°1, N°3, N°4 y N°5
Figura 1
Dibujos de los números N°1, N°3, N°4 y N°5

La utilización del humor gráfico presentaba a Lanusse, a los monopolios y a los soldados de una manera incisiva. Eran caricaturas que tenían un objetivo informativo y un carácter connotativo de los temas que se abordaban en el periódico. Este recurso respondió a la necesidad de crear un periódico ágil, de lectura rápida, lo cual garantizaba una amplia recepción entre las y los colonos. Algunas ilustraciones representaron situaciones donde se emplearon medidas de acción directa locales, como la utilización de clavos miguelitos[1] en los días de paro agrario. Otras se vincularon con noticias vinculadas a la política nacional, como la promulgación de leyes agrarias. El uso en El Campesino de cartoon de raíz política se daba al mismo tiempo que crecían por millones los ejemplares de revistas de humor gráfico en el país (Levín, 2009). El cartoon político de nuestro periódico se desarrolló en un contexto político de alta movilización social que estaba llevando a la descomposición del régimen militar liderado por Lanusse y que, a su vez, permitía la crítica pública, la ironía o la burla hacia su gobierno (Levín, 2009). Con el retorno de la democracia, en marzo de 1973, el periódico dejó de lado la centralidad de los dibujos y ese lugar fue ocupado, paulatinamente, por noticias con grandes titulares y fotografías.

Las fotografías que se utilizaron en el periódico tenían como objetivo ilustrar la noticia de un evento, ya sea una concentración agraria, una marcha o la reunión donde se discutían las nuevas comisiones organizativas. También se utilizaron primeros planos para acompañar notas de opinión. En estos casos se trataba de retratos de dirigentes varones. A través del uso de la fotografía, el periódico logró registrar el dinamismo de la organización agraria en diferentes momentos. Si se publicaba una determinada acción directa, como la resistencia a un desalojo, era posible que la nota fuera acompañada por una imagen del productor y su familia.

El militante de las LACH, Lucho Rodríguez, recuerda el objetivo por el cual se creó el periódico:

[…] el único medio que teníamos en el Chaco era la radio. LS 16 que era la radio de Sáenz Peña. […] nosotros toda la información la pasábamos por la radio. En el informativo decía reunión ponele en lote 20 de Tres Isletas, esta tarde a las 18:00 de las ligas de ahí. Reunión en Villa Ángela en tal lugar y a tal hora. Como era una radio periférica el gobierno provincial no le daba bola. Eso es lo que a nosotros nos permitía entrar y comunicarnos. Pero necesitábamos algo más y de ahí surgió la idea de hacer El Campesino. El armado del periódico era así. Cada uno escribía una nota. Lovey podía escribir una nota, podía escribir Orianki o yo y también la gente de las colonias, pero la que realmente armaba el diario y lo traducía era mi mujer [Alicia Rodríguez], que era profesora de letras. ¿Por qué? Vos en el campo te encontrabas con gente muy inteligente que entendía los problemas pero a la hora de escribir se le hacía difícil. Entonces nosotros los hacíamos escribir y ella lo reescribía y hacía toda la cosa. Porque lo tenes que reescribir de dos formas. Una para que se entienda y otra para que lo entiende gente con nivel educativo muy bajo, que no es fácil. Hablar en difícil lo hace cualquiera. Pero explicar algo complejo con palabras simples se hace cuesta arriba. Y lo resolvíamos de esa manera (Entrevista a Lucho Rodríguez, Santa Fe, 2016.)

Las distintas voces de este medio de comunicación popular eran editadas por la militante liguista Alicia López de Rodríguez[2]. En el periódico encontramos notas de información general, notas firmadas por diferentes integrantes del colectivo o por otras personas que apoyaron, de distintas maneras, la lucha agraria, como sacerdotes, dirigentes de las cooperativas, etc.

El Campesino, como un medio alternativo, tuvo el objetivo de contrainformar. Allí donde la prensa comercial “no informaba o mentía”, el periódico presentaba el punto de vista de los chacareros algodoneros chaqueños (Lobato, 2009). En un contexto donde la organización era desacreditada por la prensa, se volvió estratégico contar con un canal de comunicación que funcionara como “fabricante de opinión” y que tuviera un sentido didáctico–político (ibídem). Esta disputa política y simbólica quedó en evidencia cuando se presentó por primera vez El Campesino en una concentración agraria donde asistieron 5.000 productores. Se dio la bienvenida al periódico y se inició una fogata tirando al fuego los diarios chaqueños El Territorio y Norte (Ferrara, 2007).

Respecto al nombre del periódico queremos plantear nuestro punto de vista. Que tuviera como nombre El Campesino y que los liguistas se refirieran a ellos mismos como el “campesinado chaqueño” no nos tiene que llevar a confusión. Sobre este aspecto se llevó adelante un debate entre Ferrara (2007) y Roze (2011), ya que el primero interpretó que Las Ligas Agrarias, en su conjunto, estaban compuestas por “el campesinado pobre”. El segundo, en cambio, consideró que no eran un grupo homogéneo y que en cada una de las provincias, dichas organizaciones integraban diferentes grupos sociales que iban desde fracciones de productores capitalizados hasta campesinos (2011). Roze, en particular, encuentra mayor presencia de productores capitalizados en las organizaciones del norte de Santa Fe y de campesinos en las de Formosa. En nuestro caso, sostenemos que el sujeto agrario que conformó las LACH fue el “colono algodonero” o el “chacarero algodonero” (Stølen, 2020). Este sujeto poseía entre 25 y 100 hectáreas y comprendía el estrato más numeroso de la provincia, ya que a principios de 1970, el 74 % de las explotaciones algodoneras de la provincia tenían esas dimensiones (Rosati, 2015). Se basaban principalmente en la autoexplotación de mano de obra familiar, la rentabilidad de sus explotaciones era mínima y eran dependientes de las políticas que protegían al sector. Estas características los colocaban en un estado de significativa vulnerabilidad. El colono algodonero también es una categoría identitaria porque en ella se condensan una serie de atributos como tener la capacidad para el trabajo esforzado, ser descendiente de migrantes europeos y tener la piel clara. Ellos tenían sus propios espacios de sociabilidad y sus normas culturales (educación, vínculos familiares, etc.) que dejaba por fuera a los “criollos”. Entonces, la autoidentificación de las y los integrantes de las LACH como “campesinas” y “campesinos”, significó reconocerse como agricultores de pequeñas y medianas explotaciones, lo cual los colocaba en un punto equidistante entre los grandes productores agrarios capitalizados y los cosecheros de algodón.

Para finalizar este primer apartado queremos añadir que la represión contra las LACH fue selectiva y se llevó adelante casi desde el mismo momento en que se conformó la organización. En agosto de 1973, entraron al local del colectivo en Sáenz Peña y colocaron bombas de pintura y de estruendo, se robaron una máquina de escribir, dos libros jurídicos y les dejaron una amenaza escrita (El Campesino N°12, septiembre- octubre 1973). En el número siguiente se informó que la radio de Sáenz Peña “aduciendo órdenes superiores, el interventor de esta emisora, Sr. Ludueña, ha interrumpido la transmisión de todos nuestros comunicados” (El Campesino N°13, noviembre 1973). Además de estos hechos, se llevó adelante una campaña de deslegitimación del colectivo y de los dirigentes. Esta campaña tomó mayor intensidad luego del intento de copamiento de un destacamento policial en la zona Colonia Aborigen. Este hecho tuvo como consecuencia dos personas heridas (un militante y un policía) y dos sacerdotes detenidos (Calvo, 2015). El obispo Di Stefano, antiguo aliado de las LACH, criticó fuertemente a los sacerdotes y también a los liguistas por solidarizarse con uno de los sacerdotes detenidos. Él calificó a los liguitas como “presuntos dirigentes” y de estar “al servicio de otros intereses” y no de los productores, además los acusó de buscar enfrentamientos, entorpecer el trabajo pacífico y limitar la libre circulación por los caminos (Diario Norte 20/04/1974, p.4). Finalmente, Rodríguez sostiene que cuando comenzó la represión, decidieron dejar de imprimir el periódico para no exponer al dueño de la imprenta a algún tipo de represalia (Entrevista a Lucho Rodríguez, Santa Fe, 2016).

A continuación, comenzaremos el análisis de las tres temáticas elegidas del periódico: la presión de las LACH al gobierno, la ampliación de la movilización agraria, y la participación de las mujeres en la organización.

Las LACH presionan al gobierno

Los movimientos sociales son una forma de contienda política (Tilly y Wood, 2010). Contienda porque sus reivindicaciones se oponen a los de otros grupos de personas, y política porque los gobiernos están presentes en dichas reivindicaciones ya sea como objeto, aliado, árbitro u opositor (ibídem). Teniendo en cuenta los intereses de los chacareros, nos parece importante señalar cómo se relacionaron con el gobierno: ¿qué tipos de políticas agrarias le demandaban? ¿Presionaron al gobierno a favor de una reforma agraria? ¿Estimularon expropiaciones de las tierras de los grandes monopolios? La organización presionaba por un gobierno interventor en la economía que llevara adelante políticas agrarias que en particular intermediaran en el circuito de la comercialización de la materia prima. Intervenir o regular en la comercialización, desde su punto de vista, brindaría estabilidad para que las pequeñas y medianas explotaciones de la provincia pudieran mantener sus márgenes de ganancias. Esto se iba a lograr, desde su punto de vista, con el pleno funcionamiento de la junta de granos, la imposición de un límite a la especulación de los monopolios, la fijación de precios mínimos, la creación de créditos a baja tasas de interés para inversiones en maquinaria y la generación de facilidades para los trámites previsionales propios y los de sus empleados temporarios (Roze, 2007, 2011).

Es importante recordar que las LACH surgen como un movimiento social durante un régimen dictatorial y se disuelven en otro democrático. Este hecho nos va a permitir analizar de manera comparativa cómo se vinculó el colectivo al gobierno de la dictadura, autodenominada Revolución Argentina, y cómo lo hicieron durante el gobierno justicialista, conducido por Héctor Cámpora y luego por Juan Perón. Al mismo tiempo, con el correo de los meses, podremos analizar cómo las demandas iniciales sufrieron reformulaciones.

Los siete primeros números del periódico se publicaron durante los últimos meses de la presidencia de Lanusse. Si bien éste dirigía un gobierno militar que se estaba desintegrando, podemos señalar algunas características generales del vínculo que nos interesa examinar. Una de las características centrales de las LACH, compartida con todos los movimientos sociales, fue el reclamo público a las autoridades. La organización se mostraba como un colectivo que podía intermediar ante el gobierno y los grupos de poder local (bancos, monopolios y obrajeros). Estas intermediaciones se realizaron a través de acciones directas y concretas, por ejemplo, el freno a desalojos y embargos por deudas o los reclamos ante la justicia jurisdiccional por medios extra institucionales, como la recordada “marcha de las vacas” (El Campesino N°3, noviembre 1972).

Entonces, durante este período de dictadura militar, las LACH son presentadas en su periódico como una organización activa capaz de confrontar con el poder político y económico del territorio, planteando las principales demandas de los chacareros algodoneros. Desde el punto de vista de la organización liguista, el poder político estaba aliado con el económico y juntos conformaban un bloque opositor a sus intereses. Esta vinculación era expresada a partir de la idea de que el gobierno provincial [era] “el guardaespaldas de los monopolios” (El Campesino N°5, febrero 1973).

Siguiendo a Tilly y Wood (2010), podemos señalar que la organización durante esta etapa cumplió con las tres características centrales de los movimientos sociales: realizó reclamos públicos ante las autoridades, llevó adelante acciones directas e hizo demostraciones de valor, número y compromiso. Si bien estos investigadores consideran que los procesos de democratización fomentan la aparición de movimientos sociales, lo que nosotros vamos a observar en nuestro caso es la situación contraria. El nuevo gobierno democrático no fomentó la creación de nuevos movimientos sociales, sino que intentó institucionalizar los conflictos y demandas al mismo tiempo que comenzó a disciplinar a los grupos más radicales.

Veamos cómo fue cambiando el discurso del colectivo en el nuevo escenario político. Durante la campaña electoral, las LACH sostuvieron

las Ligas no condicionan a sus asociados en estas elecciones, otorgando la más amplia libertad para que a conciencia pongan en práctica el ejercicio del derecho al voto. Pero se hace el deber de aclarar a su asociados quienes son los partidos que pertenecen al sector de los monopolios, tales como La Nueva Fuerza, que se solventa económicamente por Bunge & Born[3] y los capitales multinacionales, La Alianza Republicana Federal y La Alianza Popular Federalista que llevan como candidatos a Ezequiel Martínez y Francisco Manrique, que representan los intereses del gobierno militar actual (El Campesino N°6, marzo 1973)

Una vez terminada las elecciones, las LACH remarcaron su independencia de todos los partidos políticos y recomendaron que “los campesinos” tuvieran una mayor participación en el gobierno. Desde el periódico se demandó una participación de los chacareros en el Instituto de Colonización, en el Consejo Agrario Nacional y en el Banco Provincia de Chaco. Al mismo tiempo, se pidió la creación y la conducción de una institución similar a la Junta Nacional de Algodón (El Campesino N°6, marzo 1973).

Cuando en mayo 1973 asume el gobierno el Frente Justicialista de Liberación (Frejuli) a nivel nacional y provincial, las LACH tomaron una posición que puso en tensión su independencia y autonomía del gobierno. En Chaco ganó las elecciones a gobernador el dirigente peronista Deolindo Bittel que, en ese contexto, dio discursos a tono con la llamada primavera camporista. Reunido con los colonos, aseguró que no le temblaría la mano para decretar medidas revolucionarias e impulsar expropiaciones (El Campesino N°8, mayo 1973). En esa oportunidad el gobernador fue aplaudido por los presentes.

En esta etapa, la nueva estrategia de las LACH con las autoridades se podría sintetizar con la consigna “apoyar y controlar al gobierno popular” (El Campesino N°12, septiembre-octubre de 1973). Luego de la victoria del Frejuli, el colectivo remarcó su independencia de los partidos políticos, y advirtió, al mismo tiempo, sobre la posible llegada al poder provincial de los referentes y políticos que estuvieron vinculados con la dictadura militar saliente. Sostenían al respecto que no podían ser “artífices de la reconstrucción nacional” los mismos que participaron en la “destrucción nacional” (El Campesino N°8, mayo 1973). Aprovechando la oportunidad política que ofreció el recambio de autoridades, las LACH intentaron integrarse a algunas áreas claves del gobierno provincial que les asegurase una cuota de poder en esta nueva asignación de cargos. De esta manera esperaban poder concretar las demandas de los chacareros.

En mayo, los productores realizaron un gran encuentro con el entonces gobernador electo de la provincia donde le señalaron todas sus demandas, le aclararon las diferencias que tenía la organización con la FAA, y desmintieron que ellos fueran “elementos ajenos al campesinado”. Le dijeron a Bittel: “usted cumpla con nosotros y nosotros lo apoyaremos” (El Campesino N°8, mayo 1973). El gobernador electo se mostró en sintonía con los reclamos de los colonos y allí se pactó que dos militantes de las LACH integraran el directorio del rebautizado Instituto de Colonización y Reforma Agraria de la provincia. Luego de diversas dilaciones, asumieron como asesores de dicho Instituto el ingeniero agrónomo Héctor Norniella y Carlos Orianki. La estrategia del gobernador de incluir momentáneamente a los liguistas en estas dependencias estatales permitió negociar e intentar aplacar las demandas del colectivo.

Las LACH exigieron rápidamente el cumplimiento de todas las promesas del gobernador y presionaron en pos de la toma de nuevas medidas. Por ejemplo, Lucho Rodríguez sostuvo que se debían expropiar 60.000 hectáreas del monopolio Bunge y Born que se encontraban en la localidad Presidencia Roca en el departamento de San Martín. Asimismo, Carlos Picolli afirmó que esa cantidad rendiría mucho más que la colonización de 450.000 hectáreas al norte de Castelli (departamento de General Güemes) porque esas tierras necesitaban “enormes inversiones” para poder ponerlas en producción (El Campesino, N°10 Agosto 1973). Aquí debemos señalar que ambos territorios, uno para expropiar y el otro para colonizar, se encontraban fuera de la zona de influencia del colectivo liguista. La organización de los colonos tenía su cabecera en Sáenz Peña y en los departamentos y localidades vecinas que conformaban la zona algodonera núcleo de la provincia. En el análisis de los dirigentes liguistas, la colonización en Castelli era de bajo interés debido a que la renta que se podía obtener de esa tierra era menor a la renta promedio de la zona núcleo, debido a la escasez de redes de comunicación y la falta de mejoras en los predios. En cambio, en Presidencia Roca, la organización tenía ligas de colonias y cooperativas aliadas, y el Departamento de San Martín ya se encontraba dentro del circuito de la producción algodonera. Todo esto sin contar el impacto político que hubiese representado expropiar tierras de Bunge y Born o de grandes latifundios como Noetinger o Lepetit. Finalmente, no se cumplieron ni estas demandas de máxima ni las de mínima sobre la comercialización y ninguna medida que el gobernador había calificado como “revolucionaria” se llevó adelante.

En agosto de 1973, Bittel separó a las LACH de una mesa de discusión sobre el precio máximo del algodón. Esto llevó a que en el periódico se comenzara a comparar la gestión del gobierno provincial con la de Roberto Mazza, gobernador de la dictadura militar saliente. Estas medidas restrictivas, sumadas a la marginación del debate sobre las medidas previsionales, fueron evaluadas como “actitudes antiliguistas” y “antichaqueñas” (El Campesino, N°12 septiembre-octubre 1973). El colectivo se mostraba impaciente, reclamaba mayor participación en los órganos de gobierno y premura para cumplir las promesas de campaña, y así se lo hizo notar al gobernador. Cuando éste pronunció su discurso en el IV Cabildo Agrario, que se realizó el 8 de septiembre de 1973 en Sáenz Peña, fue silbado y abucheado por los colonos.

No obstante, estas demoras aún no llevaban a una desafección total del gobierno. En el mismo número donde criticaban a Bittel, encontramos la fotografía de Perón con los liguistas. Ese encuentro con Perón y con José Gelbard, ministro de economía, hizo que la conducción de las LACH buscara soluciones a sus reclamos locales a nivel nacional. Aun así, esas expectativas también se vieron frustradas. En el siguiente número del periódico, los dirigentes liguistas se mostraron disconformes por la total falta de respuestas a sus reclamos. El 12 de noviembre de 1973, los delegados liguistas fueron recibidos en Buenos Aires por la vicepresidenta de la nación y el ministro de agricultura. Ninguno de los dos les dio alguna solución concreta a sus pedidos.

Sin respuestas a nivel nacional, la oposición con el gobierno provincial se hizo cada vez más abierta. Esto lo podemos observar por ejemplo en la fotografía de El Campesino N°15. En el epígrafe de la misma se reproduce la pregunta de Aurelio Aguirre al ministro de agricultura de Chaco, Roberto Franco: “¿Por qué no recibió a la delegación de Las Ligas…?”. La fotografía de ese evento es por demás elocuente. El colono con un micrófono en la mano derecha y con la mano izquierda haciendo un ademán, rodeado por una multitud de productores, le dice de frente al ministro lo que piensan y lo que reclaman los productores. La foto tenía como subtítulo “Ministro en apuros” y expresaba el desencuentro y desacuerdo de las LACH con el gobierno provincial.

Ampliación de la fotografía del productor
increpando al ministro
Figura 2
Ampliación de la fotografía del productor increpando al ministro

El desacuerdo y oposición con el gobierno provincial tuvo una excepción. Desde antes de asumir como diputado nacional por la Juventud Peronista, Jaime Dri estaba en completa armonía con los reclamos del colectivo liguista. Él sostenía que había “que expropiar los monopolios Bunge y Born, que las Ligas debían tener mayoría en el Instituto de Colonización, y que el Banco de la provincia debía estar al servicio de los auténticos productores” (El Campesino, N°8, mayo 1973). En su intervención en el IV Cabildo Abierto pidió que, cuando sea necesario, le demandaran renunciar a su cargo pero él seguiría combatiendo a los monopolios en las calles. Ese día, el diputado fue el único funcionario largamente aplaudido. Hubo un intento de institucionalizar estos intereses comunes en la Casa de Gobierno, cuando el diputado invitó a los colonos a que presentaran su punto de vista con respecto a la intervención del Instituto de Colonización (Ibídem). Además, Dri y las LACH trabajaron conjuntamente en un proyecto de ley de tierras de aplicación en la provincia. Sin embargo, estos acuerdos no se concretaron en ninguna medida o ley específica.

Los últimos números del periódico, que van de diciembre de 1973 hasta mayo de 1974, evidencian cada vez más la oposición del colectivo de colonos al gobierno. Los discursos de la concentración de 5.000 productores que se celebró en Charata en enero de 1974 giraron en torno al funcionamiento “burocrático” de la junta nacional de granos, que demoraba los pedidos de comercialización y de cobranza de la producción. El dirigente agrario, Elpidio Eloy Egger, luego de criticar al gobernador Bittel por no cumplir sus anuncios “revolucionarios”, sostuvo sobre la junta de granos:

Cómo es posible que estos señores jerarcas y magnates de la burocracia que se encuentran en Buenos Aires no sepan diferenciar lo que es una cooperativa y lo que son los acopiadores […] El pueblo no está en el poder, está la burocracia sindical y la burocracia política. (El Campesino, N°15, enero 1974)

La organización de colonos pasó a la oposición abierta al gobierno peronista y se declararon en “estado de alerta” ante “la total falta de respuestas” a sus reclamos a nivel nacional y provincial. A partir del inicio del tercer gobierno de Perón las disputas entre las corporaciones agrarias y el Estado se institucionalizaron. El gobierno volvió a tomar como interlocutores válidos a las grandes corporaciones. Las LACH intentaron transitar la institucionalización, por ejemplo, al tramitar la personería jurídica. Sin embargo, fueron desplazadas de las áreas estatales estratégicas y fueron recibidas solamente en comisiones consultivas. Estas comisiones y consejos formaban parte de un entramado institucional del Estado que creó “una compleja red de espacios públicos que gozaban de relativa autonomía en la decisión o ejecución de la política sectorial, y en cuya conducción se establecía la participación de representantes institucionales de las cuatro principales organizaciones gremiales del sector agrario” (Lattuada, 2006, p. 86). Aun así, estos espacios no eran resolutivos y tampoco había mecanismos de concertación ni un compromiso estatal. Las LACH abandonaron dichas comisiones en 1974, por ser espacios dilatorios, en un contexto de difamación y persecución a la organización.

Creemos que aquí, siguiendo a Barletta et al. (2023), se encontraban colisionando dos tiempos y estrategias, por un lado, el de las múltiples organizaciones contestatarias que consideraban que podían acelerar las transformaciones ya sean reformistas o revolucionarias y, por el otro lado, se le oponía el de un gobierno que intentaba recrear “un renovado y módico pacto populista” con los sectores tradicionales del peronismo, la Unión Cívica Radical y el empresariado nacional, dejando fuera a los actores de movilizados.. Finalmente la balanza se inclinó a favor de esta segunda estrategia.

Ampliar y profundizar la movilización agraria

Las LACH tenían como objetivo realizar acciones que permitieran que la movilización agraria se expandiera hacia diferentes regiones. Al mismo tiempo, intentaron profundizar el trabajo militante para que todos los integrantes de las familias de colonos participaran del colectivo. En estos dos apartados intentaremos demostrar porque a nuestro juicio el primer objetivo se cumplió y el segundo tuvo un alcance parcial.

La movilización y la coordinación de la lucha agraria fue una preocupación central de la organización desde el primer momento de su conformación. La estrategia de armar frentes o coordinadoras fue similar a la que impulsaron las cuatro corporaciones agrarias más importantes del país (SRA, FAA; CRA y CONINAGRO) pero, en el caso particular de las LACH, se intentó organizar a los productores menos capitalizados del nordeste del país. Como veremos más adelante, también se sumaron organizaciones de otras regiones.

En El Campesino encontramos noticias de medidas o de acciones directas de las otras organizaciones hermanas de la región como Las Ligas Agrarias Correntinas, Las Ligas Formoseñas y el Movimiento Agrario Misionero (MAM). Además se les dio la bienvenida y espacio en el periódico a Las Ligas Agrarias Santafesinas, Ligas Agrarias Santiagueñas, Ligas Tamberas (Córdoba), Ligas Agrarias Bonaerenses y Ligas Agrarias Entrerrianas. Las LACH recibieron a todas ellas con gran entusiasmo y se coordinó un encuentro nacional de Ligas Agrarias que se celebró en Resistencia, Chaco, los días 1 y 2 diciembre de 1973.[4]

En el encuentro nacional de LA participaron más de 60 delegados que durante dos días debatieron las problemáticas regionales y decidieron crear una coordinadora nacional porque “tenían principios comunes [y] luchaban contra un enemigo común” (El Campesino N°14, diciembre 1973, p.3). Además todas las ligas sostenían que “representaban a los pequeños y medianos productores”, y necesitan aunar fuerzas y coordinarlas para “lograr una mayor capacidad de acción en nuestras provincias y en el orden nacional” (Ibídem). El secretario elegido de esta coordinadora nacional fue Quique Lovey, que a su vez era el secretario general de las LACH.

Este primer encuentro formal acercó a todas las organizaciones y en ese mismo verano se volvieron a encontrar los delegados en una concentración tambera que se realizó en Jerónimo Norte, Santa Fe. Luego se realizó una actividad de difusión en Buenos Aires, y en agosto de 1974 se realizó en Villa María, Córdoba, el Parlamento Agrario Nacional que reunió a 8.000 productores de diferentes provincias durante tres días. Discutieron temas referentes a la comercialización de distintos productos regionales y se pronunciaron con dudas sobre el anteproyecto de ley agraria, dijeron “que no era una ley de reforma agraria, de justicia agraria integral” y que sus propuestas eran importantes pero incompletas (Periódico UCAL N°201, agosto 1974). Luego de esta actividad, la Coordinadora de Ligas y Movimientos Agrarios convocó a un paro agrario nacional el 8 y el 9 de septiembre de 1975. La medida tuvo una gran adhesión en Misiones, Corrientes y Formosa (Roze, 2011).

Si dejamos la escala nacional y ponemos el foco en la provincial, encontramos que las LACH integraban un autoproclamado “Frente Agrario” junto con UCAL y sus Centros Juveniles. Con estas entidades debatieron las políticas agrarias de los gobiernos y tomaron medidas en conjunto, como la de oponerse a la importación de fibras de algodón, denunciar las maniobras monopólicas que llevaban a la baja los precios del algodón en bruto o enviar telegramas al ministro de economía nacional exigiendo medidas para el sector (El Campesino N°13, noviembre de 1973). Aquí encontramos una alianza entre una asociación no reivindicativa como UCAL con una reivindicativa que eran las LACH. Esta alianza las benefició a ambas. UCAL era una cooperativa de segundo grado que defendía los intereses económicos de sus asociados. Las acciones que llevaba adelante eran limitadas y tenían un discurso fuertemente técnico. Sin embargo, los balances económicos de 1968-1971 fueron tan críticos que los asociados buscaron nuevos métodos de intervención pública para lograr sus objetivos (Fernández, 2021). El encuentro con las LACH que, como ya vimos tenían un carácter reivindicativo general, un discurso ideologizado y perseguían objetivos amplios como la “justicia” para todos los chaqueños, se dio en las concentraciones y marchas. Para esta organización, la alianza era beneficiosa porque de esta manera podía articular acciones con una asociación cooperativista con características empresariales, una larga trayectoria en la región, bases “movilizables” en las acciones directas y, al mismo tiempo, brindaba la logística que necesitaban las concentraciones agrarias. Las LACH se habían convertido en la organización reivindicativa a imagen y semejanza de UCAL.

En el periódico es posible evidenciar que las actividades organizativas de las LACH no tenían descanso. No sólo continuaban territorializando la lucha agraria, ingresando nuevas colonias organizadas a la estructura[5], sino que también destinó varias compañeras y compañeros liguistas a otros espacios, como por ejemplo, la organización de sindicatos de hacheros (Moyano Walker, 2011). Al mismo tiempo, en el periódico también hubo lugar para visibilizar las luchas de los sindicatos urbanos de la provincia, como los trabajadores estatales y, sobre todo, los docentes. En comunicados y petitorios, las LACH se pronunciaban a favor de estos colectivos y de sus reclamos. Por su parte, los sindicatos urbanos demostraron el apoyo a la organización agraria participando de sus marchas. El comercio minorista se sumaba a los reclamos, por ejemplo, cerrando los negocios los días de paro agrario.

Además de estas actividades, participaron en una campaña de afiliación de jóvenes a los Centros Juveniles de UCAL que tenía como objetivo de alcanzar 20.000 asociados y participaron en la creación de nuevas cooperativas como las de Coronel Du Graty, General San Martín, Pampa del Indio y Villafañe (Formosa) (Periódico de UCAL, N°208-209, abril 1975).

Las últimas actividades que encontramos en nuestras fuentes muestran que las LACH intentaron organizar los reclamos de los productores de girasol de la provincia. El girasol era el segundo producto de importancia después del algodón y se encontraba con similares problemas en el momento de la comercialización. Por ello el colectivo colaboró en las negociaciones por la estipulación de un precio mínimo y apoyó la decisión de retener los granos hasta alcanzar una mejora (Diario Norte 30/01/1975).

El colectivo algodonero trabajó constantemente en la territorialización y en la coordinación de la lucha agraria. Tendieron puentes de diálogo con otras organizaciones de características, reclamos y acciones directas similares a las que ellas llevaron adelante. Fueron conformando lo que Tilly y Wood (2010) denominan como un circuito político. Este circuito no se trató simplemente de redes de contactos entre diferentes militantes, sino también de crear un conjunto de fronteras, transacciones políticas y relaciones significativas entre diversos colectivos y actores que surgían de manera sincrónica con sus luchas focalizadas en diversos territorios. Las y los militantes agrarios comprendieron que necesitaban el apoyo y la solidaridad de otros colectivos para visibilizar sus luchas, para demostrar una alta capacidad de movilización y para que el gobierno tomara en cuenta sus reclamos.

La participación de las mujeres en la organización

Arriba señalamos que las chacras de los productores se sostenían, sobre todo, con el trabajo de todo el núcleo familiar. En este sentido la organización tenía enfrente ciertos dilemas: ¿Cómo interpelar a todos los integrantes de la familia y no sólo al varón que era el que tomaba las decisiones en la explotación? ¿Cómo lograr que las colonas participaran de las acciones?

La profundización de la lucha tuvo en el ingreso y participación de las mujeres su principal objetivo. El colectivo desde su conformación intentó integrar a las familias de los productores a las acciones directas. A las concentraciones fueron convocadas las familias completas y se interpeló a las mujeres para que apoyaran las reivindicaciones. Sin embargo, no encontramos una columna o apartado del periódico firmado por una compañera ni notas dirigidas a las mujeres, salvo en dos casos. Tampoco observamos que en algún momento se haya elegido a una liguista como secretaria general, aunque sí existen registros de que hubo representantes mujeres de colonias. Podemos decir que en El Campesino, las mujeres estaban, parafraseando a De Arce, “hipotéticamente presentes” y “tenemos indicios de su presencia y de su importancia como sujetos históricos en algunas notas y fotos” (De Arce, 2016, p. 251). Para comenzar a analizar este aspecto veamos que en la nota titulada “¿Por qué lucha la mujer del campo…?”, se sostiene

¿Por qué lucha la mujer de campo y lo seguirá haciendo al lado de sus hombres, esposo, hijos y nietos hasta alcanzar la justicia? Porque la mujer de campo sufre, y junto con sus hombres sobrelleva las cargas del campo, tantas veces castigado por las inclemencias de del tiempo y, más que el tiempo, o peor que el tiempo, cuando lleva a vender sus productos y le ofrecen un precio de hambre o de limosna (El Campesino, N°3, noviembre 1972).

Aquí se infiere que las mujeres también trabajaban en las chacras, sin embargo no eran reconocidas como trabajadoras, sino como acompañantes abnegadas que padecen el sufrimiento que genera el circuito de la comercialización de la producción. A pesar de lo que nos puede sugerir el título, en la nota no hay ningún reclamo específico de las mujeres colonas.

Lo mismo ocurrió con otra nota presentada en un pequeño recuadro que se titulaba “La mujer correntina”. Allí se dejó constancia de que Las Ligas Agrarias Correntinas por medio de dos dirigentes, Rosa Rojas y Norma Morello, expresaron su apoyo a las acciones directas de la organización chaqueña. Rojas afirmó, durante una concentración del MAM, que era necesario que las mujeres “campesinas” se unieran con los varones porque la lucha era en conjunto “contra los que explotan” (El Campesino N°12, septiembre-octubre 1973). Desde nuestro punto de vista, el objetivo de estas intervenciones era que las propias mujeres de la organización sean las encargadas de convocar a las chacareras a las marchas y movilizaciones para contar con un grupo movilizado cada vez mayor.

En el número especial donde se abordó el preparativo del IV Cabildo Abierto encontramos el apartado “¿Qué haremos las mujeres?”. Allí sí se tomó un reclamo específico de las colonas, ya que se daban indicaciones para que las militantes con hijos puedan participar en las reuniones de colonia y del Cabildo. Las LACH habían organizado a un grupo de “chicas que se habían ofrecido para colaborar” en el cambio de pañales y para calentar las mamaderas de ser necesario (El Campesino, N°11, agosto 1973). Aquí lo que encontramos es un indicio de los impedimentos que tuvieron las chacareras para participar en los debates y reuniones de las ligas. No podían asistir, o no lo podían hacer durante todo el tiempo que duraba la reunión, porque eran ellas las encargadas del cuidado de los hijos e hijas. Por primera vez encontramos en la publicación una demanda específica de las mujeres colonas.

Las demandas de las mujeres encontraron un espacio limitado en el periódico, a pesar de que como ya dijimos, estaba pensado para la lectura de todo el grupo familiar de los colonos. Hallamos solo tres notas que intentaron abordar algún aspecto de la realidad o del trabajo de las mujeres en las chacras. Las fotografías en su enorme mayoría son de varones jóvenes. En tres oportunidades aparecen mujeres como personas desprotegidas que el colectivo de productores debía ayudar. En otras dos oportunidades observamos a chacareras en una posición activa y militante. En la parte inferior de la Figura 3, observamos a Elena Yanda montado a caballo al lado de su pareja en “la marcha de las vacas” y en la parte superior advertimos mujeres jóvenes en la participación del Primer Cabildo Abierto del Agro.

Participación activa de las mujeres
Figura 3
Participación activa de las mujeres

Es interesante señalar que ambos hechos sucedieron en la primera etapa de las LACH, es decir, antes de la publicación de El Campesino. El contexto de crisis de la economía algodonera habilitó nuevos marcos interpretativos y novedosas oportunidades para la acción que las mujeres utilizaron para expresarse. La participación y expresión de las colonas logró tensionar los espacios jerarquizados y sexualizados que ubican a las mujeres chacareras en roles subordinados (Manildo, 2008).

Las actividades militantes para incluir a las mujeres tuvieron sus efectos positivos, por ejemplo en el V Cabildo Abierto, la prensa provincial señaló que allí “se notaba la presencia de una gran cantidad de mujeres” (Diario Norte 17/11/1974). Adelina de León y Beatriz Jara tomaron la palabra en esa oportunidad, y esta última afirmó “espero que en el próximo Cabildo, en lugar de cien seamos dos mil mujeres del campo las que digamos presente” (Periódico UCAL, N°205, diciembre 1974). Así, podemos sostener que la participación de toda la familia colona fue un objetivo que se logró alcanzar de forma parcial, y, en cierto sentido, esto fue así porque la propia estructura de las LACH tuvo dificultades para incluir las propuestas de las mujeres colonas dentro de un programa integral (Fernández, 2015). Sin embargo analizando ambas etapas del colectivo consideramos que la participación de las mujeres en la lucha agraria funcionó como un horizonte de sentido emancipatorio (Wahren, 2012). La intencionalidad política de las prácticas de las y los integrantes estaba dirigida a alcanzar dicho horizonte estratégico. Prácticas como participar de las movilizaciones, tomar la palabra, organizar colonias etc. comenzaron a horadar los roles tradicionales de género, y comenzaron lentamente a subvertirlos. El golpe de estado también cercenó este proceso que se estaba desarrollando dentro de las LACH.

Conclusiones

Para finalizar podemos decir que el periódico analizado es en sí mismo una evidencia de la alta movilización del colectivo de colonos chaqueños. En un contexto de crecimiento de la organización, necesitaron de un medio propio para comunicarse con las bases y también para fortalecer la imagen de las LACH de cara a la sociedad. El primer número del periódico se publicó en septiembre de 1972 en un contexto de alta movilización y se dejó de editar a mediados de 1974 en una coyuntura donde se estaba llevando a cabo una contracción de las oportunidades democráticas. Este medio intentó comunicarse con un lenguaje accesible, en principio, a toda la familia de chacarera. La utilización de dibujos, fotografías, notas cortas lo hacían de lectura rápida donde se podían plantear los debates centrales que eran los de principal interés del colectivo. Estos fueron el pedido de mecanismos de intervención estatal que beneficiaran a los colonos de la provincia, ya sea con créditos con bajas tasas de interés, precios sostenes para los productos principales como el algodón y el girasol, y en menor medida demandaron el reparto de tierras públicas entre los productores y la suspensión de los desalojos por deudas. La demanda de tierras sólo se planteó en la coyuntura del debate que enfrentó a las LACH con el monopolio Bunge & Born. Además de estos reclamos, en el periódico encontramos todas las actividades que realizó el colectivo para profundizar la organización y el vínculo con otros colectivos de productores movilizados del noroeste argentino y también de otras regiones del país. Por último, leyendo nuestros archivos a contrapelo, examinamos la participación y visibilización de las mujeres en la organización y logramos estudiar los alcances y desafíos que tuvo dicha inclusión en la movilización agraria.

Referencias

Periódico El Campesino N°1, N°2, N°3, N°4, N°5, N°6, N°8, N°9, N°10, N°11, N°12, N°13, N°14, N°15 y N°17.

Periódico UCAL N°193, N°194, N°195, N°197, N°198, N°200, N°201, N°202, N°203, N°204 y N°205.

Diario Norte 1973,1974, 1975.

Entrevista a Lucho Rodríguez, Santa Fe, 11/ 8/2016.

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Notas

[1] El clavo miguelito o “abrojo” es una pieza de metal pequeña con cuatro puntas afiladas dispuestas de tal manera que una punta siempre queda hacia arriba. Estos clavos se esparcen por rutas y calles para dificultar la circulación de vehículos.
[2] Ella fue una docente de literatura. Junto con su compañero, Lucho Rodríguez, se mudaron de Santa Fe a Tres Isletas, Chaco. Allí consiguieron empleo como docente en una escuela secundaria. Alicia llegó a desempeñarse como directora de una escuela rural (Redigonda y Cúneo, 2021). Al mismo tiempo, comenzaron a colaborar en las concentraciones de los productores algodoneros y en el posterior armado de Las LACH. Tuvieron tres hijos. Lucho redactó los estatutos de las Ligas y fue su asesor legal. En 1975, en el contexto de difamación de los líderes liguistas, Lucho es perseguido y detenido por las denuncias de una vecina. Quedó a disposición del Poder Ejecutivo Nacional hasta 1981 cuando fue puesto en libertad vigilada. Alicia fue secuestrada de la casa de sus suegros en Santa Fe el 23/10/1976. Posteriormente las investigaciones concluyeron que Alicia estuvo detenida y fue asesinada en la comisaría 4° de Santa Fe, a cargo de Mario José Facino, bajo el control operacional del Ejército. En marzo de 2008 al comisario Mario Facino se lo encontró culpable de homicidio por el asesinato de Alicia. En el momento de la sentencia él ya cumplía prisión domiciliaria por otras causas de represión ilegal. https://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/rosario/10-12655-2008-03-09.html. Última consulta en enero de 2016.
[3] En 1884 se crea en Argentina la empresa Bunge & Born dedicada a la exportación de cereales. A principios del siglo XX Bunge & Born junto con otras dos empresas exportadoras van a concentrar el 80% del mercado mundial. Durante este período la empresa diversifica sus inversiones y crea empresas como Cementera S.A. y Molinos Río del Plata. En la década de 1920 invierte en el rubro de la producción algodonera y crea la empresa Fabril S.A, una fábrica de producción de aceite en Resistencia (Chaco) y Grafa S.A que fabricaba frazadas y trapos de piso. Entre las décadas del 50 y 60, en el sector agrícola Bunge & Born tenía sus pilares en la comercialización de café, caña de azúcar y algodón. Bunge & Born creó empresas e impulsó filiales en diferentes partes del mundo como Perú, Estados Unidos y Brasil (Anaya Franco, 1997).
[4] Lo que posibilitó la solidaridad entre todas las ligas es que compartían un subsuelo político común. Ese subsuelo fue el Movimiento Rural que, a lo largo de la década de 1960, fue creando espacios de sociabilización y reflexión para las y los jóvenes productores (Archetti, 2017 [1988]; Lasa, 1989; Moyano Walker, 1991; Contardo, 2017; Vázquez, 2017). Estas y estos militantes católicos, que se acercaron a la política a partir de dichos espacios, fueron los que crearon, junto con otros colectivos, como cooperativas, las ligas agrarias en las otras regiones.
[5] Como las Ligas de Concepción de Río Bermejo, Tres Horquetas (Colonia General Vedia), Colonias Unidas y Pampa Grande.
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