Reseñas
Ascolani, A. y Gutiérrez, T. (Coords.) (2020). Agro y política en Argentina. Tomo III: Desarrollismo, reforma agraria y contrarrevolución, 1955-1976.
Ascolani, A. and Gutiérrez, T. (Coords.) (2020). Agro and politics in Argentina. Volume III: Developmentalism, agrarian reform and counterrevolution, 1955-1976.
Estudios Rurales. Publicación del Centro de Estudios de la Argentina Rural
Universidad Nacional de Quilmes, Argentina
ISSN: 2250-4001
Periodicidad: Semestral
vol. 11, núm. 24, 2021
A. Ascolani, Gutiérrez T.. CICCUS. 2020. Buenos Aire. CICCUS. 416pp.. 978-987-693-819-8 |
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Recepción: 01 Septiembre 2020
Aprobación: 01 Diciembre 2020
La obra reseñada forma parte de una colección que indaga y reconstruye la relación entre el Estado, la política y los actores sociales en el agro pampeano a lo largo del siglo XX. La organización cronológica de la colección y la preeminencia de criterios políticos en las delimitaciones temporales asignaron al primer tomo el estudio del período comprendido entre 1930 y 1943. Los años que siguieron hasta 1955 fueron abordados por el tomo siguiente. El recorte temporal del tercer tomo comprende el lapso 1955-1976, período en el cual se alternaron regímenes dictatoriales y de democracia restringida, finalizando con un inestable gobierno constitucional. En el mismo tuvieron lugar crisis cíclicas de la balanza de pagos, oscilaciones en el producto bruto interno, alternancia de políticas de mercado aperturistas con internistas y la preeminencia, hibridación y estancamiento de las nociones desarrollistas. La complejidad del período es abordada de modo introductorio en la Presentación del tomo, ofreciendo una mirada valiosa y original, necesaria para situar los cambios políticos y económicos sobre los que versan los capítulos que siguen. En esta obra colectiva se ponen en relación dichos fenómenos económicos y políticos generales con las permanencias y continuidades ocurridas en las políticas agrarias, intervencionistas y asistenciales propias del período previo en el agro pampeano.
El libro consta de siete capítulos. En el primero, Silvia Lazzáro presenta los proyectos de transformación y los cambios legislativos referidos al régimen de tenencia de la tierra y, en particular, a los arrendamientos rurales en el marco del proceso de redefinición del régimen de acumulación desarrollado entre 1955 y 1976. Estudia sus alcances y consecuencias y el posicionamiento de las corporaciones agrícolas frente a los mismos. Respecto de estas últimas presenta sus vínculos con los sucesivos gobiernos y revela los permanentes reagrupamientos de las que representaban a los sectores más concentrados para tender a la homogeneización de sus reclamos. En materia de política agraria advierte tres momentos diferentes. En el primero, que se extiende desde la autodenominada “Revolución Libertadora” hasta 1966, las opciones sobre el uso de la tierra se debatían entre la función social y el derecho individual. Advierte la autora que las políticas que se proyectaron fracasaron al intentar conciliar intereses antagónicos, no obstante, constituyeron antecedentes de las disposiciones de la etapa posterior, en el marco de nuevos gobiernos autoritarios. Indica que la supresión de las prórrogas de los arrendamientos rurales cambió el eje de las presiones que efectuaban las grandes entidades corporativas ante el Estado. Las nuevas pujas y los reclamos pasaron a centrarse en el régimen impositivo que se intentó imponer. Durante el tercer gobierno peronista la política agropecuaria proyectada por el secretario de Agricultura, Horacio Gilberti, significó un incremento del intervencionismo estatal, pues partía de la premisa de que la tierra no era un bien sino un instrumento de trabajo. Esto rehabilitó la confrontación de la burguesía terrateniente con el Estado, sumándose a la disconformidad de ésta con el régimen impositivo vigente. Frente al anteproyecto de ley agraria elaborado por el Poder Ejecutivo, las tensiones y los conflictos estallaron tanto entre los sectores rurales y el gobierno, así como al interior del peronismo. El texto sostiene que la tendencia al agrupamiento y a la conformación de nuevas entidades representativas de los sectores más concentrados del capital se consolidó a lo largo de todo el período, las cuales no ocultaron en 1975 la adhesión a reclamos y acciones que condujeron al golpe de estado.
En el siguiente capítulo, Javier Balsa analiza el derrotero del discurso agrarista crítico sobre el latifundio, que había sido hegemónico durante los primeros gobiernos peronistas. Su estudio revela cómo desde el Estado, a través de distintas políticas, avaló y apoyó discursos agrarios sustentados por las entidades gremiales con intereses diferentes. La alternancia de regímenes políticos que adscribían a distintas perspectivas ideológicas y que representaban intereses agrarios disímiles habilitó la emergencia de discursos sobre la cuestión agraria que, por momentos, procuraron erosionar el predominio del agrarismo crítico reformista del peronismo. El autor analiza el éxito relativo de dicha empresa, considerando las tensiones, tracciones, yuxtaposiciones y solapamientos que se dieron con las líneas argumentativas del liberalismo conservador y con el discurso de énfasis tecnológico propio del desarrollismo. Revela que, si bien la Revolución Libertadora avaló el relanzamiento de la discursividad liberal-conservadora previa a la de la década de 1930, hacia fines de los años cincuenta y durante toda la década siguiente se asistió a una renovación de las posiciones críticas hacia el latifundio y favorables a la implementación de la reforma agraria. Las disputas entre ambos cuerpos argumentativos intentaron ser morigerados con el discurso desarrollista, no obstante, solo se resolvieron con el decidido apoyo de los sectores terratenientes y sus intelectuales, a favor de una salida mediante el golpe de Estado, que implicaría la instauración de las tendencias liberales y conservadoras.
A continuación, Osvaldo Graciano reconstruye la producción de conocimiento sobre la economía política Argentina en el momento posterior a la caída de Perón. El funcionario de la CEPAL y asesor económico de la Revolución Libertadora, Raúl Prebisch, cuyo rol fue decisivo, insistía en que, tras el derrocamiento de Perón, el país carecía de la intelligentsia requerida para formular planes técnicos para el desarrollo, lo cual había obligado a los funcionarios del Estado a acudir a técnicos y expertos, como él, vinculados a Naciones Unidas. El autor da cuenta de la existencia y analiza un corpus bibliográfico compuesto por libros, folletos y artículos de diarios y revistas, procedentes de distintos emprendimientos editoriales. Estas publicaciones ofrecían balance del desarrollo del capitalismo argentino y propuestas de transformación alternativas a las liberales, promovidas por el pensamiento económico gubernamental de la Revolución Libertadora. Graciano identifica los posicionamientos ideológicos y rasgos de la labor intelectual de sus autores. Se trataba de economistas, historiadores, sociólogos, abogados e ingenieros que integraban distintos movimientos o partidos políticos y que buscaron incidir, con sus obras, en el debate público y político nacional y lograron orientar ciertas acciones y programas del peronismo, del radicalismo, del conservadurismo liberal y de la izquierda. Trata con minuciosidad sus diagnósticos y propuestas referidas a la cuestión agraria y detecta que la literatura económica publicada por estos autores durante el gobierno de facto iniciado en 1955 coincidía, en términos generales, en que Perón no había podido vencer el poder de los grandes terratenientes, con lo cual era necesario concluir la reforma agraria. Sostiene que este diagnóstico omitía referencias a la reorientación de la política agraria peronista de la década de 1950 que, en lugar de promover la reforma agraria, aspiraba a la tecnificación y modernización de la gran empresa rural.
El capítulo titulado “Las cooperativas agrarias en clave comparativa durante el desarrollismo: constitución de complejos agroindustriales agroexportadores y agricultura familiar en el mercado interno (1955-1966)”, cuya autoría corresponde a Gabriela Olivera, presenta, en clave comparativa, las estrategias que utilizó el movimiento cooperativo agrario entre 1955 y 1966 para tratar de apuntalar y reforzar la política favorable al cooperativismo que el peronismo había sostenido a mediados de siglo. La autora analiza las interrelaciones, demandas, concesiones, resistencias y confrontaciones entre las políticas estatales y el cooperativismo agrario. Revela que, al tiempo que la aspiración común más relevante del cooperativismo agrario fue conservar y consolidar la legitimidad y la institucionalidad adquirida durante el segundo Plan Quinquenal peronista, se diferenciaron trayectorias divergentes en las grandes vertientes cooperativas. En el marco del desarrollismo, la Asociación de Cooperativas Argentinas y la cooperativa láctea Sancor desarrollaron un tipo de cooperativismo empresarial, atravesado por la lógica corporativa. Tendieron a un desempeño económico, tecnológico, administrativo y organizacional propio de las empresas agroindustriales y agroexportadoras: contaban con bancas propias, concebían que el éxito y la expansión económica debían prevalecer sobre la solidaridad cooperativa, se orientaban hacia el mercado internacional y demandaban al Estado medidas antiintervencionistas, aunque paradójicamente reclamaban créditos y financiamiento de infraestructura. La Federación Agraria Argentina, por su parte, mantuvo su identidad originaria, como organización sindical agraria, por lo que continuó bregando por la defensa de los precios de venta de los productores, el acceso a la propiedad de la tierra de los arrendatarios e incluso la necesidad de llevar adelante una reforma agraria. Exigía al Estado un rol intervencionista a favor de los productores pequeños y orientados al mercado interno.
En el capítulo siguiente, Adrián Ascolani realiza un aporte contundente a los estudios de las relaciones laborales y los fenómenos sindicales agrarios de la Región Pampeana, que permite dilucidar las tramas políticas, económicas y sociales de ese entorno durante buena parte del siglo XX. Estudia las regulaciones laborales y los alcances de las negociaciones colectivas de los sindicatos rurales y de los productores agrarios en la coyuntura que se abrió tras la caída del peronismo y que finalizó con el golpe de Estado de 1976. Considerando los fenómenos de generalización de la sindicalización rural y de encuadramiento legal del trabajo rural de corte benefactor que se efectuó durante el peronismo, el autor aborda sus continuidades, fracturas y novedades en el periodo siguiente. El capítulo revela la compleja trama relacional que condiciona y orienta el rumbo de las regulaciones laborales y previsionales a partir del análisis de los propósitos, relaciones y acciones de distintos actores agrarios: el Estado, las federaciones de productores agropecuarios y las organizaciones de obreros rurales. El estudio devela que las leyes laborales y previsionales para los asalariados rurales del peronismo, que incluyeron por primera vez a los obreros rurales permanentes, permanecieron vigentes hasta 1980. Del mismo modo el Estado nacional mantuvo el papel regulador en las relaciones laborales consolidado durante los gobiernos peronistas. No obstante, en la década de 1960, la mediación estatal en la negociación salarial tuvo resquicios en los que se manifestó la disconformidad de los productores nucleados en la Federación Agraria Argentina y de los sindicatos rurales del sur santafecino y sudeste cordobés. Sobre esta coyuntura, Ascolani expone que las acciones directas ejercidas por los obreros en el lapso 1962- 1966 tuvieron motivos económicos, pese a las acusaciones de vinculaciones con el comunismo magnificadas por las entidades patronales. El énfasis benefactor de las políticas peronistas decayó a lo largo del período, no obstante, desde 1970 a 1975, el Estado concedió a los asalariados rurales ciertos derechos previsionales y salariales que ya habían adquirido otros gremios, y mayor poder en las negociaciones paritarias. La Dictadura militar iniciada en marzo de 1976 tuvo consecuencias negativas para los trabajadores rurales en diversos planos: reformó los organismos de mediación estatal suprimiendo las instancias de negociación paritaria, los sueldos reales decayeron y los beneficios previsionales se limitaron. Por otra parte, el autor reconoce que a lo largo del período existieron cambios en la composición social del asalariado rural productos de la mecanización del trabajo agrícola y del transporte de cereal a granel, que disminuyeron la cantidad de asalariados rurales transitorios, sindicalizados y con residencia urbana en la región pampeana, y tornaron más visible a los asalariados permanentes, adquiriendo un lugar central en las regulaciones laborales y en la legislación previsional.
Los avatares de la política exterior del peronismo son estudiados por Marina Kabat. La historiadora indaga cómo, durante el tercer gobierno peronista, se planteó e impulsó el comercio exterior. Como punto de partida trata las políticas que el peronismo había llevado a cabo durante sus dos primeras presidencias y las idealizaciones generadas en torno de las mismas en las décadas posteriores. La política exterior, que inicialmente fue de nacionalización, hacia fines de la década de 1940 comenzó a transformarse incluyendo como mediadores de la comercialización internacional, en primera instancia, a empresarios argentinos y, luego, a entidades cooperativas. Este viraje, no admitido por los sectores nacionalistas, provocó expectativas que no fueron cumplidas una vez que Perón retornó al país en los años setenta. Las propuestas de políticas económicas para la nacionalización del comercio exterior que había promovido el peronismo durante la década de 1960 adquirieron presencia en las “Coincidencias programáticas del plenario de organizaciones sociales y partidos políticos” que implementaría el gobierno peronista en 1973. Los resortes de la comercialización internacional, especialmente en lo relativo a los productos básicos, debían permanecer en manos del Estado, debiéndose promover la comercialización e industrialización cooperativa de la producción agropecuaria. No obstante, la autora revela, a través de un exhaustivo estudio de los debates parlamentarios en torno a la comercialización de carnes y de granos, que dicho consenso enmascaraba importantes diferencias acerca del modo en que debía realizarse esa nacionalización. Esta discusión fue posible por un contexto signado por un escenario económico relativamente favorable y por una coyuntura política que promovía el acercamiento de las corporaciones empresarias con el gobierno. Pocos meses después, en el marco alteraciones abruptas en las políticas económicas y represivas, la concertación pierde eficacia y la disconformidad y presión de la burguesía se manifiestan con mayor énfasis.
Cierra esta obra un valioso trabajo de Talía Violeta Gutiérrez que presenta los cambios que afectaron a las familias rurales asentadas en la región pampeana y, específicamente, a sus integrantes jóvenes, partiendo de un diagnóstico realizado en base al Censo Nacional de 1960. En un marco de cambios políticos y económicos abruptos que, entre otras consecuencias contraproducentes, que presentaron a la modernización del campo como fundamento del desarrollo, pero a la vez condujeron al éxodo rural, la familia rural fue interpelada desde distintas agencias. Existió un conjunto de propuestas diferenciadas por sexo, que se vinculaban directamente con la modernización de las costumbres consideradas tradicionales y la capacitación de los habitantes de las zonas rurales a cargo de las entidades cooperativas. Además, se desarrolló otro conjunto de propuestas específicamente dirigidas a la juventud, considerada como mediadora generacional para la introducción de las nuevas tecnologías en el agro, así como continuadora del desarrollo productivo agrario. En este marco, las interpelaciones a las familias rurales y las representaciones del hogar y el trabajo rural combinaban elementos conservadores y modernos sobre sus roles, costumbres y actividades. De este modo, en este capítulo se abordan con detenimiento las representaciones de “lo agrario” instaladas en las publicaciones periódicas de entidades agropecuarias y en los libros escolares; también se exploran las funcionalidades asignadas a ciertos productos e instituciones de la cultura, en tanto vehículos para el arraigo de los jóvenes en el campo y el progreso tecnológico. Adquiere relevancia, en este sentido, la escuela rural y las escuelas de la Familia Agrícola.
Para concluir, esta obra colectiva contribuye con sustantivos aportes a una visión global del fenómeno agrario pampeano en el período analizado, a partir de un trabajo empírico minucioso, que permite una apreciación amplia de las continuidades y rupturas acontecidas durante buena parte del siglo XX, completando la colección de tres tomos organizados sobre la base de ejes comunes referidos a las políticas agrarias y las relaciones entre los distintos actores sociales.