Dossier
¿Cuál es la proyección del sector agropecuario argentino y sus problemáticas en los próximos 10 años?
What is the projection of the Argentine agricultural sector and its problems in the next 10 years?
Estudios Rurales. Publicación del Centro de Estudios de la Argentina Rural
Universidad Nacional de Quilmes, Argentina
ISSN: 2250-4001
Periodicidad: Semestral
vol. 11, núm. Esp.23, 2021
Recepción: 01 Septiembre 2021
Aprobación: 01 Octubre 2021
Introducción
Pensar escenarios futuros, sobre todo a 10 años, es tan necesario como desafiante. El resultado dependerá de cómo se desarrolle el escenario político estatal y productivo. Las políticas sectoriales explicarán, en gran medida, como viven los productores agropecuarios y los habitantes de los agroterritorios. De modo transversal al debate, es necesario pensar distintos escenarios posibles en el que cada uno planteará distintas disyuntivas.
La construcción de escenarios futuros, así como los modos de intervenir en cada uno de ellos, se vinculará a cierta postura ideológica y la lectura del pasado. Si miramos el pasado más o menos reciente vemos que hay momentos de fuertes procesos de concentración coincidentes con políticas neoliberales y momentos en donde estos procesos han sido atemperados, que coinciden con el inicio de gobiernos con otra ideología política. En un mundo fuertemente globalizado, para entender la concentración en nuestro agro, no podemos obviar las políticas de otros lugares, como las de Europa y Estados Unidos, que subsidian a sus productores; ni oportunidades, como la expansión del mercado chino, con algunas características específicas y un desafía tecnológico muy fuerte que ya es una realidad.
Pensar a futuro
La disyuntiva, como veníamos mencionando, es si vamos a lograr construir políticas a nivel nacional y provincial que permitan sostener a los productores, sobre todo a aquellos de mediana escala, o si se van a desarrollas políticas que estimulen procesos de producción más fuertes.
Observar los procesos de concentración es fundamental para pensar cuáles serán los escenarios futuros. No es lo mismo un escenario con una cantidad de productores similar a la actual u otro en el que, por el contrario, el número de productores se reduzca drásticamente. Eso reconfigurará de manera distinta al sector agropecuario.
Desde esta gestión tenemos en claro la necesidad de políticas públicas diferenciadas por escala y región, así como la necesidad de desarrollar tecnologías particulares. Si logramos convertir esto en políticas de Estado sostenibles en el tiempo seguramente podamos prever un escenario de desarrollo y distribución. Hay otro futuro posible en donde esas políticas no se construyen y por ende tendremos un agro -y una Argentina- de concentración y exclusión.
Una de las transformaciones que se vienen promoviendo es producir según la escala, para que los pequeños y medianos elaboren productos que requieran mano de obra mucho más intensiva. Un productor de soja de 100 hectáreas difícilmente pueda competir con uno de 5.000 hectáreas. Necesitamos pensar en una intensificación de las producciones. Estas producciones intensivas, hasta nuestra gestión, no han sido un objetivo de las políticas públicas. Ahora, sí lo son.
En San Pedro, por ejemplo, hubo una sustitución de frutales por soja. Ahí, hubo una desintensificación de mano de obra. Nuestro desafío, en líneas generales, es desandar estos procesos, agregar más valor por hectárea, demandar más mano de obra y diversificar lo que se produce en el complejo agroalimentario. En esta propuesta de desarrollo el aumento de valor por hectárea tiene un beneficio agregado, pero también un beneficio local ya que la demanda de mano de obra para estas producciones es de la zona. Así no solamente se beneficiarían los agroproductores sino también los agroterritorios.
En la provincia de Buenos Aires, se han ido dando el desarrollo de algunas producciones que tienen esas características (mano de obra intensiva, pequeña escala e ir en contra de la tendencia general concentradora-expulsora) como es el caso del kiwi, la vitivinícola, la de lúpulo, la de almendras y la de otros cultivos relativamente pequeños en cuanto a su escala. Y también el mantenimiento de la producción frutal modificando la tendencia de expansión sojera.
La Argentina, con una mirada atenta del sector público tendiente a generar innovaciones tecnológicas, puede ser competitiva en estas producciones. Estas producciones tienen también como ventaja la de generar empleo, pero al mismo tiempo la de generar encadenamientos en todos los circuitos económicos locales. Esta es otra virtud de este tipo de producciones sobre el agro extensivo, que tiende a llevarse del territorio una porción importante de la riqueza que genera.Si se mira la industrialización agregada es una cosa, pero si se mira por localidades, o sub regiones, se ve que hay muchas partes con vacancias en esta materia.
Lo que ha ocurrido en la Argentina, es que, en las últimas 5 décadas, hemos tenido períodos de políticas neoliberales —en especial durante la década de 1990— que van en detrimento de estas propuestas de desarrollo local, horizontal y multiproductivo. Las políticas neoliberales han tendido a favorecer a los propietarios de la tierra, a reducir el número de medianos productores, a que no se den procesos de industrialización de manera local y desestimular la producción.
En este momento vamos en una línea de desarrollo sostenida en la producción de agroalimentos—que no es lo mismo que productos agropecuarios que sólo se valoran por la riqueza inmediata que generan—que generan riqueza y desarrollo local en línea con una proyecto federal y equitativo.
Los procesos de reconversión de medianos productores —que esperamos que se sigan replicando con el apoyo de políticas de apoyo que ya están en marcha— suelen ser graduales. Las producciones intensivas de las que hablamos requieren una considerable inversión inicial, un knowhow particular y no menos de 5 o 7 años de amortización, es por eso por lo queproductores de 100 hectáreas suelen comenzar con una y poco a poco van creciendo.
Este modelo de desarrollo que promueve producciones intensivas también contempla y debe seguir contemplando la dimensión medioambiental. La provincia de Buenos Aires es la primera provincia que lanzó un programa de promoción de la agroecología que afronta muchos desafíos —medioambientales, de certificación, de logística, de abastecimiento a una demanda alternativa creciente—. También generamos una línea destinada a certificar y promover las buenas prácticas agrícolas en agricultura y ganadería extensiva. Y generamos líneas de trabajo tendientes a financiar lo que se conoce como economía circular, la utilización de lo que en principio se consideran residuos, para que puedan reutilizarse. Tenemos líneas de trabajo y financiación de biodigestores, para el tratamiento de afluentes, etc. En el sostenimiento en el tiempo de estas líneas es en donde van a verse los resultados de sustentabilidad social y ambiental.
En resumen, en los próximos años, se enfrentarán dos modelos un modelo neoliberal, rupturista de acuerdos y que fomentan la financiarización contra un modelo de desarrollo local social y ambientalmente sustentable. En el resultado de esta disputa estará la respuesta a nuestro futuro.