Dossier
AGRICULTURA FAMILIAR PERIURBANA BAHIENSE. NUEVOS ESPACIOS DE COMERCIALIZACIÓN Y ACTORES SOCIOPRODUCTIVOS EN LOS ÚLTIMOS AÑOS DESDE EL 2015 A LA ACTUALIDAD
BAHIAN PERI-URBAN FAMILY FARMING. NEW MARKETING SPACES AND SOCIO-PRODUCTIVE ACTORS IN RECENT YEARS FROM 2015 TO THE PRESENT
Estudios Rurales. Publicación del Centro de Estudios de la Argentina Rural
Universidad Nacional de Quilmes, Argentina
ISSN: 2250-4001
Periodicidad: Semestral
vol. 11, núm. Esp.21, 2021
Recepción: 23 Junio 2020
Aprobación: 16 Septiembre 2020
Resumen: El objetivo general de este artículo es identificar y visibilizar los actores productivos del espacio periurbano y de la agricultura familiar y los espacios de comercialización en Bahía Blanca, provincia de Buenos Aires, en la actualidad. Como objetivo específico se plantea caracterizar el espacio periurbano a partir de las prácticas y lógicas desarrolladas por los distintos actores socioproductivos, haciendo hincapié en la acción interinstitucional territorial.
Palabras clave: Agricultura familiar periurbana, espacios de comercialización, actores socioproductivos, Bahía Blanca.
Abstract: The general objective of this article is to identify and make visible the productive actors of the peri-urban space and the family farming and the commercial spaces in Bahía Blanca today. As specific objectives, the aim is to characterize the peri-urban space based on the practices and logics developed by the different socio-productive actors, emphasizing territorial inter-institutional action.
Keywords: Peri-urban family farming, marketing spaces, socio-productive actors, Bahía Blanca.
Introducción
El territorio de estudio constituye un espacio con características geográficas, históricas y sociodemográficas particulares, las cuales modelan su situación en la actualidad. Como espacio concreto de análisis, el periurbano bahiense reviste características antónimas (opuestas), que lo singularizan. En primer lugar, porque se está hablando de un espacio periurbano, muy cercano desde el punto de vista físico a una importante ciudad del Sudoeste de la provincia de Buenos Aires, la localidad de Bahía Blanca, pero lejano desde el conocimiento de los habitantes de dicha ciudad. A su vez, la agricultura familiar vinculada a este espacio ha ido cambiando desde sus inicios. En la década de 1930, eran los inmigrantes italianos y españoles que vivían en lo que se conoce como las quintas de Cerri quienes producían verduras y hortalizas, en su tesis doctoral la investigadora Kraser (2014) expone:
En el período 1931-1950… la actividad hortícola organizada como empresa familiar, se desarrolló conjuntamente en la espacialidad próxima donde se encuentran los asentamientos Sauce Chico, Colonia La Merced y Alférez San Martin, pertenecientes a la Delegación Cerri. En los tres núcleos mencionados la práctica hortícola perduró y se afianzó, mientras que en General Cerri las actividades productivas y comerciales de tipo urbano desplazaron a las actividades de labranza, quedando estas últimas confinadas en espacios reducidos. En la actualidad al interior de la localidad, la horticultura se encuentra circunscripta al área denominada sector quintas y, la práctica es realizada en invernadero mayoritariamente y por pobladores bolivianos. (p.293)
En los últimos años y vinculado a las producciones hortícolas familiares se han podido observar experiencias de comercialización que se han expandido en el territorio bajo distintas formas; ferias, bolsones, cooperativas, etc. Se percibe un crecimiento en el volumen de las producciones de los horticultores asociado a una demanda mayor por parte de los consumidores. Esto reviste un interés particular en la presente investigación, ya que la comercialización ha sido una problemática central para los pequeños y medianos productores del periurbano bahiense.
Es por ello, que se plantea la siguiente hipótesis:
El periurbano bahiense provee hoy a mayor cantidad de consumidores ya que los pequeños productores familiares han logrado organizarse gracias a la asistencia técnica de los extensionistas de los programas ProHuerta y Cambio Rural del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), siendo fundamentales las distintas estrategias de comercialización planteadas por ellos para diversificar los canales de venta e incorporar valor a sus productos frescos.
De esta manera nos ocuparemos de presentar una caracterización de dos espacialidades -periurbano lejano y próximo- (Lorda, 2006) con lógicas productivas similares donde convergen la acción institucional y la acción privada y colectiva. Fundamentalmente el eje de análisis se centrará en las prácticas económicas llevadas a cabo por productores y productoras de los espacios citados, pudiéndose distinguir dos casos: quienes a partir de la agricultura familiar complementan su economía doméstica, y un segundo grupo para los cuales la labor hortícola es la actividad económica principal. De esta manera se presentará cartografía temática localizando estos grupos productivos.
Estas espacialidades corresponden al área del núcleo productivo agrupado en la localidad de General Daniel Cerri y Sauce Chico (partido de Villarino) y el núcleo productivo disperso compuesto por los barrios periféricos de Villa Nocito, Bajo Rondeau y Spurr de la ciudad de Bahía Blanca.
Abordaje metodológico
La metodología empleada es básicamente cualitativa, haciendo un fuerte énfasis en el trabajo de campo (Guber, 2004), la aplicación de entrevistas abiertas a los sujetos de análisis y la observación participante. Es decir, la temática compleja que aquí se aborda, implica la utilización de múltiples técnicas para su desarrollo, ya que esta perspectiva ayudará a ir logrando los objetivos planteados y aproximarnos sucesivamente a la realidad más profunda.
Se realizaron entrevistas en profundidad a productores y productoras, emprendedores y emprendedoras, feriantes y consumidores de las distintas experiencias analizadas y técnicos de terreno de la Agencia de Extensión Rural Bahía Blanca dependiente de la Estación Experimental Agropecuaria Bordenave del (INTA).
El desafío de conceptualizar el periurbano y la agricultura familiar urbana
Existe una gran diversidad de literatura acerca del concepto de espacio periurbano, algunos de corte urbanista donde la dinámica de los espacios periurbanos se analiza a partir del proceso de expansión de la ciudad y la consecuente transformación de las áreas rurales que la rodean. Para estos autores, el periurbano se concibe como un territorio que está expuesto a la presión urbana y que es susceptible de ser ocupado, ya que desde la perspectiva de la ciudad se lo considera generalmente como un área de reserva territorial (Ávila, 2004). Para estos autores prima la idea de una urbanización de lo rural, consecuencia de los procesos de crecimiento y expansión de las ciudades propias del mundo moderno. Entonces se percibe en esta conceptualización un periurbano multifuncional, sometido a rápidos cambios y transformaciones vinculados al crecimiento de las urbes (Hernández Flores et al, 2014; Entrena, 2005).
Sin embargo, también se destacan otro tipo de conceptualizaciones más ligadas a la dinámica de los espacios rurales, abordando la temática de las relaciones campo-ciudad en los espacios periurbanos; es decir subyace la idea de ruralización de lo urbano (Hernández Flores, 2014). En estos estudios se hace hincapié en las transformaciones que se producen en los espacios rurales cercanos a la ciudad como así también en las situaciones socioespaciales vivenciadas por los actores rurales de esos territorios (Delgado, 2003).
Esta dicotomía presenta un desafío al intentar abordar nuestro territorio de estudio, el cual a su vez presenta características particulares al ser un periurbano fragmentado; por ello, en este artículo tomamos como referencia las definiciones de Leff (1998), Bozzano (2002) y Lorda y Duvernoy (2002) y Lorda (2006 y 2008). Al respecto Leff (1998) afirma que: “el periurbano es una franja que circunda la ciudad donde se superponen elementos urbanos con los rurales caracterizados por una dinámica particular donde confluyen multiplicidad de intereses como consecuencia de las racionalidades distintas” citado en (Lorda, 2005, p. 83). Desde un enfoque territorial, el espacio periurbano es:
Un lugar de compleja definición, donde se identifican relaciones dialécticas entre sistemas de objetos y sistemas de funciones propios de ámbitos urbanos y de ámbitos rurales. Entendido como un híbrido urbano-rural, el espacio periurbano variará en su naturaleza y escala según el contexto socio-cultural, político-económico y ambiental donde se encuentre. (Bozzano, 2002, p.2)
En este sentido, Lorda y Duvernoy (2002) afirman que el espacio periurbano:
Se manifiesta bajo distintas formas de urbanización: asentamientos espontáneos, barrios privados, clubes de fin de semana, sobre espacios periurbanos donde se yuxtaponen con las actividades agropecuarias, que tradicionalmente han sido un importante sustento regional –horticultura, granja y cultivos, ganado bovino-. Esto genera una disfuncionalidad en el espacio, como consecuencia de la fricción entre usos del suelo no compatibles, así como la degradación ambiental y deterioro del paisaje periurbano. (p.58)
Desde el punto de vista demográfico, la población que habita en áreas urbanas en Argentina es de alrededor del 92.8%, tendencia que sigue aumentando. Esta distribución no es homogénea en todo el país. En el caso de la provincia de Buenos Aires posee un 97, 21% de población urbana, y en el caso específico del partido de Bahía Blanca, el nivel de urbanización asciende a un 98,5 % (Municipalidad de Bahía Blanca, 2010). Esta expansión de las ciudades, notable en una ciudad intermedia de importancia regional como Bahía Blanca, crea una extensa y variable franja periurbana alrededor de las mismas, donde persisten rasgos y usos de suelos rurales.
La práctica de la Agricultura Urbana y Periurbana (AUP), se reconoce como una alternativa para determinados grupos poblacionales frente a la crisis que se vive en la agricultura y en la economía; la AUP es un fenómeno que aún se debe estudiar en profundidad, por las tendencias futuras y su paulatina proliferación en los sistemas metropolitanos, sea como estrategia productiva o de supervivencia. Es por eso, que en épocas de crisis este tipo de emprendimientos crecen exponencialmente bajo el acompañamiento de las instituciones públicas. Coincidimos entonces con la definición que plantea Mougeot (2006):
Una industria ubicada dentro (intraurbana) o en la periferia (periurbana) de un pueblo, una ciudad o una metrópoli, que cultiva o cría, procesa y distribuye una diversidad de productos alimenticios y no alimenticios, (re) utilizando en gran medida recursos humanos y materiales, productos y servicios que se encuentran en y alrededor de dicha zona urbana, y a su vez provee recursos humanos y materiales, productos y servicios en gran parte a esa misma zona urbana. (p.37)
La agricultura familiar urbana debe ser entendida como la organización social de la producción, en las explotaciones donde la mayor parte del trabajo es realizado por el productor y los miembros de su núcleo familiar, que a partir de las prácticas productivas cotidianas trasmiten sus valores y experiencias desarrolladas en el espacio urbano y/o periurbano.
Es un sistema productivo diversificado -hortícola, vivero y granja- que ofrece distintos beneficios, entre los que se destacan la generación de alimentos variados, frescos y nutritivos para el autoconsumo y la comercialización, la promoción de mejoras en la calidad de vida y, el fortalecimiento de redes entre los diferentes actores-productores, huerteros, consumidores, instituciones, organizaciones y comunidad en general.
Dicha agricultura, fue forjada a lo largo de veinte años, por distintos programas, principalmente con atención del programa Pro-Huerta del (INTA). Este programa surge en un momento de fuerte crisis socio-económica signada por un grave proceso inflacionario del país y de cambios en el rol del Estado. Vastos sectores de la sociedad quedaban excluidos, viendo deterioradas sus condiciones de vida con lo cual el Estado responde a partir de la implementación de políticas públicas entre las cuales se enmarca ProHuerta, programa que se constituye con una doble pertenencia institucional, ya que responde al Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación y el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación a través del Plan Nacional de Seguridad Alimentaria, que permite realizar un abordaje integral de las diferentes realidades que plantea nuestro país.
Para implementarlo es necesaria la participación de los actores del territorio, y en este caso más precisamente de los vecinos y vecinas de los barrios más vulnerables que son convocados y se involucran de manera voluntaria en las diferentes propuestas. A lo largo de los años Pro-Huerta ha logrado llegar a la gente a través de diversas instituciones, familias y grupos, construyendo redes en el territorio. En los próximos apartados se expone la intervención de este programa en cada uno de los grupos de productores y productoras del periurbano.
El periurbano bahiense. Espacio de encuentro de múltiples procesos socioterritoriales
El área de estudio se emplaza en el partido de Bahía Blanca ubicado en el Sudoeste de la provincia de Buenos Aires, limitando con los partidos de Coronel Pringles, Tornquist, Villarino, Coronel de Marina Leonardo Rosales y con el Mar Argentino. El partido posee una población de 301.531 habitantes (INDEC, 2010) y su superficie total es de 230.000 hectáreas. La ciudad cabecera es Bahía Blanca y concentra la mayor población del partido. Entre sus principales localidades se destacan Ingeniero White -puerto comercial-, General Cerri, Grunbein, Cabildo y Villa Harding Green.
De acuerdo a lo expresado por el ingeniero agrónomo P. García de la Agencia de Extensión INTA- Bahía Blanca, el partido posee en la actualidad 37 productores hortícolas y 132 productores que se dedican a la cría de cerdos[1]. Los productores hortícolas se concentran en el área de General Daniel Cerri, Sauce Chico, Colonia La Merced y Alférez San Martin en el límite entre los partidos de Bahía Blanca y Villarino. En cuanto a los productores porcinos, su distribución territorial es más heterogénea pero pueden distinguirse distintas áreas de criaderos, principalmente en el Sur de la ciudad y en el Noreste. Esta distribución guarda una relación con los barrios y sectores con mayores niveles de marginalidad y vulnerabilidad social de la ciudad (Figura 1).
Por otra parte, la mayoría de los quinteros practican el cultivo “convencional”, las tierras son enriquecidas con fertilizantes y es notable el uso de semillas mejoradas, las cuales les garantizan mejores resultados. En los últimos años, algunos productores comenzaron un proceso de transición hacia prácticas agroecológicas de producción.
En relación al proceso migratorio, es necesario distinguir dos etapas históricas: la primera de ellas se produce a principios del Siglo XX con la llegada de inmigrantes italianos y la segunda en la década de 1960 con el arribo de bolivianos, chilenos y población del noroeste argentino. Los inmigrantes bolivianos y del noroeste de nuestro país, en un principio comienzan trabajando como asalariados o como medieros en explotaciones familiares capitalizadas.[2] Una debilidad que se percibía y era remarcada por los productores -por lo menos-hace unos nueve años atrás era la comercialización (De la Fuente et al, 2011). La misma se realizaba en forma individual, es decir cada productor negociaba con el comprador, de esa manera los quinteros de este espacio presentaban serías dificultades para vender su producción. Entre los obstáculos se pueden citar, el bajo volumen de verduras y la falta de transporte propio para colocar su producción en el mercado de Bahía Blanca. Algunos quinteros vendían sus productos directamente en verdulerías de Cerri.
A partir de la diversificación en las prácticas de venta y los canales cortos de comercialización, los productores y productoras familiares reciben el precio completo por sus productos, no sólo acortan las distancias físicas, sino que priorizan además los aspectos sociales y culturales, a través de la confianza y los valores compartidos entre los productores y consumidores en torno a las características particulares de los productos que ofrecen y circulan.
En la actualidad se observa un mayor volumen de producción y comercialización debido a los procesos de organización colectiva que han desarrollado los productores y productoras, junto con los técnicos de la Agencia de Extensión del INTA Bahía Blanca y la implementación de los distintos programas de asesoramiento técnico y la búsqueda de alternativas de comercialización. Sin embargo, este proceso de crecimiento de ventas y organización no fue lineal ni sencillo. Es necesario destacar que detrás de esta evolución hay actores sociales que han tenido que luchar para conseguir un puesto en las ferias, un lugar en la Plaza Rivadavia (espacio central de la ciudad de Bahía Blanca donde se permite realizar ventas de frutas y verduras), quinteras y emprendedoras que debieron realizar capacitaciones y gestionar certificaciones para poder vender sus productos y encontrar un espacio donde preparar los dulces y conservas que elaboran con lo cosechado en sus huertas del barrio Spurr. En este contexto hay un actor fundamental a la hora de pensar el territorio, el Estado, que en sus diferentes niveles y a través de políticas de fomento, ayuda en la provisión de infraestructuras, de servicios o transporte o un Estado que se desvincula y no interviene, un Estado que le da la espalda a espacios y actores, privilegiando a determinados sectores económicos. Ambos Estados dejaron su impronta en la construcción socioterritorial del periurbano bahiense. Durante muchos años este espacio y sus productores han atravesado problemáticas diversas vinculadas a la escasez de agua, la descapitalización, la falta de crédito y volumen, y la comercialización; y el Estado ausente sin dar respuesta o negando las ayudas. Algunas de esas problemáticas en la actualidad están en proceso de superación y aquí toma importancia la acción colectiva y el rol del INTA a través de los programas Cambio Rural y Pro-Huerta y el compromiso de los agentes de extensión.
Pro-Huerta y Cambio Rural, su acción territorial
Como se enunció en párrafos precedentes, el programa Pro-Huerta tiene una fuerte intervención en este territorio desde hace más de 20 años, pero específicamente y en relación a la evolución de los grupos de productores y productoras del periurbano bahiense presentamos a continuación una breve reseña de su accionar y su trabajo en red con otras instituciones y actores sociales.
En el marco del Programa Pro-Huerta se está trabajando con los productores y productoras del periurbano en diferentes proyectos y emprendimientos que en su mayoría convergen en la nueva modalidad de comercialización que es la Bolsa de la Agricultura Familiar y contó con la colaboración de diferentes agentes territoriales que participaron en la iniciativa.
En el espacio de las quintas de Cerri y Sauce Chico, en el año 2012, la agente de extensión de Pro-Huerta inicia acciones territoriales mediante la articulación interinstitucional con el Centro de Educación de Adultos 709, que funciona en la escuela rural Nº44 del citado paraje. Las personas que acudían a la escuela por la tarde eran exclusivamente mujeres de origen boliviano, medieras y changarinas de las quintas de alrededor. Junto a la maestra de adultos, la técnica de terreno realizaba talleres, recorridos y visitas a cada familia, asesorando y teniendo en cuenta lo que se necesitaba para avanzar y mejorar las producciones. Es así como a través del contacto con la trabajadora social del Ministerio de Desarrollo Social, se gestionó un proyecto para mejoras en la vivienda de cada una de ellas y para la construcción de gallineros. De esta manera, las mujeres comenzaron criando cinco gallinas para consumo familiar, a partir de las cuales fueron aprendiendo el manejo. En 2017 se gestiona un proyecto especial para la mejora de la infraestructura productiva, por el cual la cantidad de gallinas en producción aumenta un 50 %. Las mejoras en la infraestructura productiva permitieron ampliar el plantel de gallinas y producir para la venta, participando en la Feria del Lago (promovida por Cáritas arquidiocesana y un grupo de emprendedores locales, en el Parque de Mayo de la ciudad de Bahía Blanca). Actualmente abastecen la Bolsa de la Agricultura Familiar, modalidad de comercialización que acerca el productor al consumidor; siendo impulsado por la red de instituciones ya mencionadas, en el que participan alrededor de 35 productores y elaboradores de alimentos, quienes se nuclean en grupos y son asesorados por los programas Prohuerta y Cambio Rural.
En los barrios Spurr, Villa Nocito y Bajo Rondeau, la dinámica territorial de los agentes de extensión de Pro-Huerta es similar a la que se desarrolla en el periurbano lejano, se trabaja con las promotoras del programa quienes generalmente son mujeres vecinas de dichos barrios y con referentes profesionales de las sociedades de fomento, y salas médicas. También es muy importante la vinculación con los equipos directivos y docentes de las escuelas de los barrios, ya que en esos espacios se organizan talleres y capacitaciones.
Asimismo, el trabajo que realizan los técnicos de la Agencia de Extensión del INTA Bahía Blanca desde hace varios años a través del Programa Cambio Rural que depende del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación, busca fortalecer al sector de la agricultura familiar del espacio periurbano de Bahía Blanca, a través de distintas experiencias de comercialización. Esta experiencia conjunta, además de promover los aspectos productivos y comerciales intenta generar prácticas asociativas entre los mismos productores y de los productores con los consumidores.
Los productores y emprendedores de la agricultura familiar periurbana bahiense
En este apartado realizaremos una breve caracterización de los distintos productores familiares del espacio periurbano de la ciudad de Bahía Blanca y las modalidades de comercialización. En primer lugar, mencionamos al grupo de Sauce Chico y Colonia La Merced, compuesto por más de treinta pequeños productores y productoras hortícolas de las localidades antes mencionadas. Emplazadas en los partidos de Bahía Blanca y Villarino, desde hace unos años reciben asesoramiento técnico del INTA y comercializan sus producciones en forma conjunta. En la actualidad están proyectando conseguir un sello comunitario con identificación colectiva para la producción y comercialización con el objetivo de incorporar valor agregado.
La granja Shalom, es un emprendimiento familiar ubicada en las afueras de la ciudad de Bahía Blanca con una superficie de 3 hectáreas, produce hortalizas y verduras de estación a campo. Se distingue por producir en forma agroecológica. La comercialización se realiza bajo distintas modalidades, a través de venta directa en el predio, en algunas de las ferias de la ciudad y por bolsones cerrados a pedido.
Por otra parte, Be Green Orgánicos Bahía Blanca surgió hace dos años y es un emprendimiento llevado adelante por una pareja de productores de aproximadamente 50 años que decidieron ir a vivir a una quinta en Colonia La Merced, con el deseo de “experimentar la vida de campo”. Comenzaron alquilando unas pocas hectáreas y produciendo plantines de morrón y tomate de manera orgánica. El verano pasado (2019) lograron muy buen volumen de ambos cultivos y eso los entusiasmó para seguir con la producción. La hija del matrimonio que vive en Bahía Blanca y estudia Agronomía en la Universidad Nacional del Sur, comenzó a ofrecer los productos y observó que existía una alta demanda. Así el emprendimiento creció, ella ahora se dedica a la parte comercial, hacen venta directa y como explica Belén (la hija de los productores) “nos ayudan mucho las redes sociales y el boca a boca, además a la gente cada vez le interesa más consumir orgánico”.
Hoy los productores de Be Green se mudaron a una quinta de mayores dimensiones y están sembrando nuevos cultivos, y aprendiendo día a día. Entre los principales obstáculos citan el aspecto económico que los limita para la compra de tecnología y “estar más holgados en la producción”.
Por otro lado, Belén manifiesta la importancia de la venta por medio de los bolsones de la agricultura familiar que en palabras de la entrevistada “les fue dando valor a todos los quinteros del cinturón hortícola bahiense”.
Otro caso es el de Moras Brix, un grupo de cuatro mujeres del barrio Spurr y Villa Serra, de la localidad de Bahía Blanca. Trabajan en un emprendimiento conjunto en la cocina comunitaria del barrio, donde elaboran conservas de frutas y hortalizas de producción propia y local. Son mujeres que trabajan como empleadas domésticas y para quienes este grupo, se transformó hoy, en la oportunidad de comercializar sus productos. La venta se realiza principalmente en ferias y hoy tienen un puesto en el mercado local que es atendido por ellas en distintos turnos semanales.
En 2001, en el marco de la crisis social y económica que vivía Argentina, surge la huerta orgánica familiar y/o comunitaria. Es así como en Spurr, un grupo de mujeres se inician como huerteras. La mayoría de ellas inmigrantes, del norte de nuestro país y de Chile, y otras hijas de inmigrantes chilenos, llegaron al barrio en busca de mejores oportunidades; sus ocupaciones varían entre empleadas domésticas y amas de casa. La edad oscila entre los 35 y 60 años, y son madres de familias numerosas, entre 3 y 10 hijos. Han vivido situaciones de crisis económicas serias, y esto se observa en sus testimonios como el caso de Silvia, quien expone “siempre buscando la manera de salir adelante, comencé en Spurr yendo a los talleres en el 2001 como huertera cuando se formó el barrio, me anoté en Pro-Huerta para hacer mi propia huerta en mi casa, yo venía con un poco de saber de la tierra de mis padres…haciendo los talleres me fui involucrando hasta llegar a ser promotora”.[3]
A partir del año 2008 comienzan su trayectoria como promotoras del programa Pro-Huerta organizando talleres de huerta y alimentación saludable para la comunidad. La huerta fue un disparador inicial para pasar a la etapa de elaboración de las hortalizas producidas. Estos talleres de alimentación saludable convocaron a las integrantes del actual grupo, a partir de los cuales se afianzó su vínculo. En 2012, 2013 y 2014, se realizan consecutivamente en la Escuela de Agricultura y Ganadería de Bahía Blanca, dependiente de la Universidad Nacional del Sur, los cursos de manipulación de alimentos y elaboración de conservas. El acercamiento del grupo a estos saberes, lo impulsó a enfocarse en la elaboración de conservas para autoconsumo.
Desde 2015 conforman un emprendimiento que ha ido transitando un proceso de paulatino crecimiento en relación a la mejora de la calidad de los procesos productivos y los productos que ofrecen.
Para llegar a conformarse como emprendimiento, la invitación a la Feria del Lago (espacio de la economía social y solidaria en el predio del Parque de Mayo de la ciudad de Bahía Blanca), que acompaña Cáritas desde 2007, fue determinante, en el sentido que les dio el impulso inicial y la posibilidad de vender ellas mismas su propia producción, y que sea valorada por el público y los mismos emprendedores, ayudándoles a encontrar su identidad como emprendedoras y como emprendimiento. En este sentido, Silvia considera que el hecho de comenzar a participar en las ferias fue un punto de inflexión en el grupo. Ocurrió a partir de la invitación de Cáritas para estar presentes en la Feria del Lago y luego, fueron convocadas a la Feria Harding Green por el municipio de Bahía Blanca y a su vez participaron en el “Encuentro Regional de Ferias en el marco de la XVIII Feria de la Horticultura Familiar y la XIII Feria de la Horticultura Familiar Regional de Coronel Suárez en el año 2016. “Al principio producíamos para nosotras, pero cuando empezamos a feriar, comenzamos a elaborar un día fijo y a tener variedad de productos para ofrecer. ¡Fue un cambio grande!”, indicó.
En relación a la comercialización (Figura 2) es importante destacar que las experiencias de ferias, bolsones y ventas directas en el territorio que analizamos, pretenden valorizar la producción local y ofrecer una alternativa de comercialización que acerque a los pequeños productores con los consumidores, evitando la cadena de intermediarios y las prácticas y lógicas especulativas. Estas prácticas productivas permiten aumentar la calidad de los alimentos porque son frescos y producidos a pequeña escala, sin la utilización de agroquímicos y a poca distancia entre el lugar de producción y el de la entrega a los consumidores.
En este sentido, se desarrollan distintas ferias, entre ellas las del Lago en el Parque de Mayo, de emprendedores de Villa Harding Green, de la Sociedad de Fomento de San Cayetano y de la Economía Popular en la plaza Rivadavia
En cuanto a la feria del Lago, la misma funciona en el Parque de Mayo, desde hace más de diez años todos los domingos, en el horario 13.00 a 20.00 hs. Los productores del Pro.Sau.Chi (Pequeños productores hortícolas de Sauce Chico) tienen un puesto permanente donde ofrecen verduras y hortalizas en fresco.
Por otro lado, la feria de emprendedores de Villa Harding Green que comenzó a funcionar en el año 2015 en el barrio homónimo, se encuentra distante a seis kilómetros del centro de la ciudad de Bahía Blanca, y allí una productora ofrece periódicamente verduras y hortalizas de estación.
La feria de la Economía Popular en la plaza Rivadavia, en el centro de la ciudad de Bahía Blanca es un espacio de comercialización que comenzó a funcionar en febrero de este año con el objetivo de poner a disposición de los vecinos frutas, verduras, hortalizas y panificados a un precio justo. Las verduras y hortalizas son provistas por productores del partido de Villarino y el precio se establece en forma colectiva a través de reuniones mensuales. Entre los organizadores se encuentran la agrupación política Nuevos Vientos, el Partido del Trabajo y el Pueblo, la Corriente Clasista y Combativa y la Federación Nacional Campesina. La periodicidad es quincenal desarrollándose los viernes por la mañana.
La feria de la Sociedad de Fomento de San Cayetano, ubicada en las calles Cuyo y Zapiola de la ciudad Bahía Blanca, comenzó a funcionar a mediados del año pasado por iniciativa de la comisión directiva de dicha institución con el objetivo de hacerle llegar a los vecinos del barrio productos frescos de buena calidad y a buen precio. Esta experiencia se caracteriza por ofrecer productos frescos y elaborados, entre los que se destacan verduras y hortalizas de los productores de Sauce Chico y Colonia La Merced. Funciona los sábados por la mañana.
También, en los últimos años se comercializa en forma directa a través de bolsones, y aquí se destaca la Bolsa de la Agricultura Familiar, proyecto en el cual convergen múltiples actores, se ofrecen productos de distintos grupos y organizaciones, entre las que se encuentran conservas de Moras Brix, verduras y hortalizas de Productores de Sauce Chico y Colonia La Merced, pescado de los pescadores artesanales de Pehuen Co, huevos frescos producidos por las mujeres de Runtu Thani y el aporte de internos de la unidad penal de Villa Floresta en la serigrafía de las bolsas. Mediante esta venta por bolsas se pretende valorizar la producción local y ofrecer una alternativa de comercialización. Los productos que se ofrecen son fruto del trabajo de familias de los alrededores de Bahía Blanca. Esta metodología permite aumentar la calidad por su frescura, ya que son producidos a pequeña escala, de manera artesanal, y a poca distancia entre el lugar de producción y el de la entrega a los consumidores, manteniendo las características nutricionales.
Los Bolsones agroecológicos de Granja Shalom se entregan en forma semanal en un punto establecido de la ciudad, contienen verduras y hortalizas de estación. Se caracterizan por su frescura y ser libres de agroquímicos.
Entre finales del año 2019 y comienzos del año 2020, la Mutual de Jubilados y pensionados de Bahía Blanca comenzó a comercializar bolsones de verduras y hortalizas frescas entre sus afiliados. Las mismas son provistas por el grupo de productores de Sauce Chico y Colonia La Merced. Dicha producción contiene diferentes variedades de verduras y hortalizas de estación.
En los casos analizados, se pueden determinar distintas acciones puestas en marcha a partir de una política pública, y específicamente una acción liderada por los agentes de extensión que a lo largo de los años y evidenciando un fuerte compromiso institucional, pero sobre todo compromiso social tendieron las redes en el territorio, articularon con otros organismos, y junto a los productores del espacio periurbano consolidan distintos proyectos productivos y de comercialización (grupo Moras Brix, Productores porcinos, productores del Pro.Sau.Chi, productoras de huevos Runtu Thani de Villa Nocito, la bolsa de la agricultura familiar). Este rol de los agentes de desarrollo de los programas Pro-Huerta y Cambio Rural puede ser interpretado en el marco de la acción pública, sin embargo, observando su dinámica y lógica de acción junto a los productores se infiere una acción colectiva. El resultado de esta acción colectiva es fruto de la interacción, negociación y la convergencia de diversos actores, algunos más visibles que otros.
Como se puede percibir en los relatos, testimonios y la evolución de los productores y productoras hay un elemento en común, las crisis económicas que han vivido y la manera de enfrentarlas. Tanto en la crisis del 2001, a partir de la cual Pro-Huerta hace su entrada fuerte en los barrios periféricos y refuerza su acción territorial en el periurbano lejano, como en la crisis de los últimos años se observa una fuerte articulación de las distintas instituciones del territorio y los actores productivos.
A partir de ello, se destacan como fortalezas las experiencias productivas y de comercialización, alternativa al modelo imperante actual que permiten generar beneficios económicos para los productores, productoras y sus familias mediante la incorporación de valor agregado impulsando la creación de nuevos emprendimientos comerciales.
Entre las debilidades que presentan es necesario avanzar en la implementación de estrategias comerciales y financieras para la producción familiar que permitan poder ampliar la capacidad de los circuitos de comercialización.
Estas dinámicas y lógicas productivas periurbanas encuentran en los mercados urbanos actuales demandas cada vez más crecientes de la población, la cual busca satisfacer sus necesidades a partir de prácticas de consumo de alimentos frescos y naturales más saludables.
Finalmente, es dable señalar la importancia que adquieren estas experiencias colectivas de organización de los productores y productoras familiares que contribuyen a generar alternativas de desarrollo social y económico y permiten consolidar los principios de la soberanía alimentaria en el medio urbano, incorporando valor a los alimentos y a sus proveedores, recuperando las habilidades y los saberes de los productores y de sus organizaciones, fomentando y fortaleciendo los vínculos y las relaciones entre el espacio urbano y periurbano.
Consideraciones finales
Los espacios periurbanos en su concepción de territorios de contacto entre lo urbano y lo rural, constituyen espacios donde se ponen en juego procesos y tensiones socioterritoriales, de allí el interés por comprender las dinámicas y lógicas de los actores socioproductivos presentes en él.
Retomando la hipótesis planteada, y en función del análisis presentado, se puede afirmar que hoy los pequeños productores y productoras del espacio periurbano bahiense han logrado una organización que les permite abastecer a mayor cantidad de consumidores a partir del desarrollo de nuevas formas y espacios de comercialización.
El caso que aquí analizamos es un complejo mosaico espacial. Se puede afirmar que se caracteriza por la complejidad de espacios, como así, por la transformación que sobre el territorio han plasmado los actores involucrados para el desarrollo de la actividad productiva (entre ellas, porcina, hortícola y cría de aves de corral). Se diferencian dos territorios dentro del periurbano bahiense, uno cercano el correspondiente al barrio Spurr, Villa Nocito, Bajo Rondeau y otro de borde o de lejanía, ubicado en lo que se conoce como las quintas de Cerri (Partido de Bahía Blanca); Sauce Chico, Colonia La Merced, Alférez San Martín y Villarino Viejo (partido de Villarino). Ambos territorios, en la actualidad tienen dinámicas productivas similares, aunque hacia el interior se perciben prácticas particulares.
Entonces a partir de la presente investigación intentamos dar cuenta de la importancia que adquieren las producciones y los espacios de comercialización de la agricultura familiar en Bahía Blanca. Estos cambios y transformaciones con sus tensiones y conflictos no podrían haber sido posibles sin la acción territorial (Bustos Cara, 2008) que los agentes institucionales han generado a lo largo de los años y que se concreta al integrar esos espacios mediante nuevas estrategias como son la bolsa de la agricultura familiar y las ferias. Ese asesoramiento técnico y organizacional, ha permitido un aumento y mejora en la producción y comercialización de productos hortícolas y de granja posicionado a los productores familiares de Sauce Chico y Colonia La Merced como abastecedores de productos frescos en mayor cantidad en distintos puntos de venta de la ciudad de Bahía Blanca. Asimismo, destacamos como fundamental en este fenómeno de expansión de la producción y experiencias de comercialización la crisis económica en la cual se encuentra nuestro país en los últimos años que ha llevado a los consumidores del espacio urbano a buscar productos de calidad a buen precio.
El trabajo entre los agentes de extensión de los programas Cambio Rural y Pro-Huerta, junto con los productores, productoras, emprendedores y emprendedoras y las distintas instituciones de la ciudad, a partir de la articulación de las prácticas y lógicas permiten incrementar la producción y mejorar las condiciones socioproductivas de las familias, este aporte colectivo, es uno de los aspectos que distinguen a las experiencias analizadas.
Por último, consideramos que es necesario fortalecer las relaciones urbano- periurbano- rural a través de la producción de la agricultura familiar y las vinculaciones productor-consumidor, generando nuevas formas de consumo responsable de productos frescos basadas en las cadenas cortas de comercialización sin intermediación y bajo prácticas más justas y solidarias.
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Notas